martes, 30 de abril de 2013

Cartas desde mi infierno (10)



“Se bajó los pantalones y su verga salió a la luz de inmediato ya que no llevaba calzoncillos, aun estando muy flácida daba miedo ver aquel enorme miembro, se sobó los huevos y se sentó comenzando a meneársela y a descapullarse, poco a poco su prepucio dejaba ver su capullo gordo y rosado que entraba y salía de su funda.” Relato anónimo.

La desaforada obsesión fálica me arrastró a ver más y más vergas en Internet, a leer relatos de masturbaciones, de mujeres y de gays, a ver fotos de grandes vergas, inhietas, orgullosas de sus tamaños y su duras erecciones, a ver videos de masturbaciones, de lentas e inquietantes erecciones, incluso de penes orinando, o eyaculando, así fui formando una colección de miembros viriles seleccionados, aquellos que más me gustaba ver y admirar. Y eso me llevó después a crear varios blogs fálicos, uno con fotos de vegas imponentes, otro de machos desnudos, y otro de videos de vergas, en masturbación o simplemente exhibiéndose. Rápidamente esos blogs tuvieron muchas visitas, pero nunca contacté a nadie, solo me limito a ir publicando el material fálico. Encontré penes curvos, otros muy largos o muy cortos, muy delgados o muy gruesos, con largos prepucios o circuncidados. Algunos me atraían más que otros,  algunos pocos no me llamaban la atención o no me gustaban. Los falos de negros, aunque son muy grandes y gruesos, en general no me gustan. Prefiero los de blancos, muy pálidos, suavemente rosados, depilados, También me interesaron los penes de los transexuales y de travestís, que poseen una extraña feminidad a pesar que son órganos de macho. Una cosa importante, siempre prefiero ver fotos y videos en que no se vea el rostro o el cuerpo entero del macho, si no solo la verga, así disfruto más porque me focalizo en el miembro, así es más impersonal y no siento que estoy haciendo algo gay. Es raro pero es así. Tampoco me gusta ver vergas en una pareja de gay teniendo sexo. Tampoco soy bisexual, para nada, creeme, no me gustan los hombres, la Baronesa la cree solo para explorar mi lado femenino, mi gusto por las vergas y las travestís, nada más. No hay nada escondido en eso. Soy definitivamente un macho, me gustan demasiado las mujeres, aunque me inicié en el sexo muy tarde, a los 21 años, a la fecha he tenido relaciones con más de 50 mujeres, sin contar prostitutas. Mis mascaras son una defensa de mi intimidad, nada mas. Y no siento que engaño pues no juego con falsedades, solo me escondo en las penumbras, resguardo mi ser formal, real, y a los seres que me importan Sé que todo esto no es fácil de entender y aceptar, pero es lo que soy, es lo que me gusta y motiva, también sé que soy una persona extraña, distinta, pero soy esencialmente bueno, trato de no dañar a nadie, respeto a todos, juego mis juegos solo, y los que me quieren deben quererme así. Es lo único que pido, que no intenten cambiarme.

lunes, 29 de abril de 2013

Cartas desde mi infierno (9)



“Vosotros, hombre del pene, erguid el pene, ponedlo en actividad frenética, retozad en pos del botín, empujadlo hasta el límite y hacedlo eyacular”. El Rig-veda (Antiguo texto sagrado de la India, escrito en sánscrito).

Pero veamos ahora amada mía cuales son realmente esos “sentires especiales”, esas secretas perversiones de un macho que se arde solitario en su propia hoguera. No son nada que vaya más allá de los limites de la sexualidad normal, no transgreden barreras morales no afectan a otras personas, se trata simplemente de que me excita ver vergas, así de simple, y esa excitación instintiva  me lleva a la masturbación, al goce intimo y solitario del dios Onán. En los inicios de esta obsesión me excitaba verlas durante el coito, pene/trando una vulva o un ano, o siendo mamadas por una mujer, nunca hombres, pero de a poco ese placer visual fue derivando a una focalización explicita hacia el pene, a ver y gozar ente un miembro viril solo, ya sea erecto e imponente, o fláccido y tierno en su reposo, o cuando es masturbado por la mano de su dueño hasta la eyaculación. Me calienta ver un pene durante su erección, como va despertando, asumiendo una rigidez más y más intensa, como asoma y después aflora su glande con su brillante rosado carnal. También me provoca ver una verga lacia, blanda, pequeña, con su prepucio cubriendo el glande, ver como es manipulada, ver como se corre su forrito o comienza su erección. Me fascina ver esas vergas endurecidas, majestuosas, símbolos máximos de la virilidad, ídolos fálicos ancestrales, primitivos, disfruto observar la piel del tronco tensa, el tamaño y el grosor de ese músculo primordial. Los miro con detalle para apreciar la trama de sus venas, el largo del prepucio, la intensidad de su dureza y rigidez, y así me voy excitando, calentando en ese juego y un fuego erótico, y pronto me erecto y comienzo a masturbarme como hipnotizado ente el ídolo carnal. Si son fotografías voy viendo y comparando unas y otras, si es un video sigo alucinado los movimientos, hasta que me viene el goce y eyaculo imaginando que mi verga es la verga que estoy viendo, y siento esa suave dureza en mi mano masturbadora y los latidos de ese animal vivo que mi mano frota con desesperación. Eso es todo, no me imagino ni siento deseos que esos miembros me pene/tren, solo siento que me gustaría aferrarlos, masturbarlos, y alguna vez en el éxtasis del clímax siento que podría mamarlos para sentir en mi boca su imponente carnalidad. Pero igual me asquea pensar en que pudiera eyacular en mi boca. Este es mi rito fálico, una fantasía pervertida pero inofensiva, una búsqueda íntima y secreta del goce sexual pero solo a nivel mental. No sabría decir si en esos momentos de alta calentura frente a la imagen de una verga me siento como una mujer o no, quizás algo de eso aflora en mí, ese lado femenino que todos los machos tenemos. Quizás es algo que me queda por conocer de mis instintos.

domingo, 28 de abril de 2013

Cartas desde mi infierno (8)



“Y fornicaste con los hijos de Egipto, tus vecinos, gruesos de carnes.” Ezequiel 16:26

Todo sucedió en un tiempo tan antiguo que los sucesos se fueron fragmentando hasta hacerse finísima arena  y los vientos de muchos inviernos las esparcieron por desiertos y es como si no hubiera sucedido. Hubo un hombre, un solitario macho de incontenida virilidad que buscaba como un unicornio en celo o  como un centauro siempre erecto la ninfa del bosque que satisficiera sus incesantes ímpetus fálicos, una doncella virginal donde sus oscuras perversiones clavaran el mástil viril en la duna más alta de su cuerpo, una vestal sumisa que esperara anhelante en el templo del ídolo inhiesto los lujuriosos deseos de su dueño. Los años se fueron disolviendo y desgranando en esa búsqueda de lo imposible, muchas veces confundió voces o rostros o cuerpos con la musa carnal que buscaba, equivocó lechos, fragancias, miradas y rendiciones, y no eran la buscada. Entonces vino ella, en vuelo palomar en un paisaje de marcos de hierro, ruidos y edificios, vino en un aire de poesía, sutil y delicada, y en un destello de entrega infinita, sin más, lo nombró su Amo y Señor, y él supo que era ella la ungida en una revelación también instantánea, y comenzaron a escribir su historia con la furia del destiempo, de los que saben que los años son pocos para vivir todas las pasiones posibles. Se fueron enredando en un Amar soberbio y voluptuoso, rompieron los cercos y los muros, se amaron en la grama y en los bosques, inventaron nombres y le fueron dando sentido al silencio, a la distancia. Él fue potro y ella potranca, fue esclava y doncella, él poeta y fauno, jugaron con los fuegos fálicos y se perdieron en los pervertido asaltos del incesto, fueron hembra y macho ilimitados y viceversa, ella aprendió a soltar sus amarras y a volar más bajo, casi rozando las ciénagas, él redefinió sus rumbos y se dejo caer en el dulce abismo de su escote naufragando feliz en sus pechos aferrado como un bebé a sus pezones, la deseó hasta la uñas y sus noches fueron para siempre su largo pelo ensombrecido. La poseyó con el delirio del solitario, poseyó su cuerpo y su espíritu, la abusó y la violentó como un macho cabrío, la violó como un potro encelado, y ella cedió a sus deseos con la ternura insoportable de su Amar, y todo se convirtió en una ceremonia atávica, en un rito ancestral en que se dejaban habitar por los instintos hasta saciarse de ellos mismo en la plenitud perversa del sexo impuro y consumado. Pero él vivía detrás de una máscara.

viernes, 26 de abril de 2013

Cartas desde mi infierno (7)



“Con las joyas de oro y plata que yo te había obsequiado, hiciste imágenes masculinas, y con ellas te prostituiste ofreciéndoles culto.” Ezequiel 16:17

Y ahora una breve explicación, me dices que te habló de un americano y en ese ayer de otro individuo, no amada, son el mismo, solo que antes no te dije su nacionalidad, no te di mas detalles pues me sentía muy mal con ese engaño al que te sometí. Nunca me lo voy a perdonar, creeré, solo me justifica el temor por mostrarme con mi verdadera personalidad e identidad, en ese tiempo de aun no te conocía como te conozco ahora, y como te conté cuando te dije mi verdad, venía saliendo de una relación virtual con una mujer a la que le había contado ciertas intimidades y ella llevada por terribles celos las expuso públicamente. Eso me dejó miedoso de exponerme sin conocer absolutamente a la persona en quien confiar. Además, como te he contado, cuando tú apareciste en mi vida yo estaba viviendo esa obsesión fálica con el miembro viril de Gilbert, y torpemente, lo reconozco, mezclé ambas instancias. También se dio que por ese tiempo yo no tenía cámara para hacerme fotos, y un punto no menor; llevado por esa fascinación por el pene como un ídolo (recuerdas?) encontraba que mi verga era pequeña y poco atractiva, comparada con la de Gilbert. Sé que esto que te he explicado no justifica mi engaño, pero es la explicación verdadera de mi actuar, además quiero que sepas que esa artimaña fue solo en las imágenes, todo lo que te decía, escribía, era sincero, mi Amar, mis deseos, mis ansias de ti, mi necesidad de tu cercanía, era reales y concretas, como espero habértelo demostrado durante estos años. Me dices en tu cartita que sufres no poder hacer nada que te permita luchar como mi potranca, amada mía, tú haces mucho por mí, ni te imaginas, tu me das el Amar, me das el deseo por ti con tu hermosas y eróticas imágenes, me ayudas vivir mis locas fantasías, me das el sexo que necesito y deseo, me comprendes y aceptas con mis virtudes y defectos, con mis quebrantos y obsesiones, me aceptas como soy a pesar que sé muy bien que mucho de mí va contra tus principios, contra tu moral y tu forma de ver la vida, ahora mismo, al leer mis cartas desde mi infierno y escribirme sobre ellas me das una indulgencia y tolerancia que nunca esperé encontrar, y todo esto que me lo das con la delicada ternura de tu Amar.

jueves, 25 de abril de 2013

Cartas desde mi infierno (6)



“Te envío flores que recogí en un burdel. Sobre su puerta figuraba un falo en erección. Esta casa tenía más flores que las otras. Quizá porque los espermas de los penes de la Antigüedad, al caer al suelo, fecundaban la tierra”. Gustave Flaubert.

Amada, he leído y releído muchas veces tu cartita, y me ha llenado de felicidad, he sentido tu Amar, tu comprensión y tu preocupación, he sentido esa conexión indisoluble que une para siempre a dos seres que se aman con todo ese Amar que tú me ensañaste. Y sentí como tu ternura iba curando mis heridas, dándole paz a mi alma, acogiéndome en tu regazo como a un niño extraviado. Y he sido feliz al sentir toda esa cercanía. También me alegró mucho saber que habías leído mis cartas desde mi infierno, la verdad es que pensé que no lo harías, que partirías leyéndolas por curiosidad pero después te desagradarían, te asquearían, y finalmente dejarías de leerlas. Pero amada mía, ayer estuve casi todo el día escribiéndolas para ti, como si te estuviera hablando al oído, aun suponiendo que no las leerías, solo confiaba en que no te molestarías con mi insistencia en hablarte de mis “sentires especiales”. Y después de sacarme de dentro de mi alma esas espinas enquistadas de tantos años sentí una hermosa sensación de liberación y de calma, nunca conté a nadie estas cosas tan intimas, y si fuiste tú la elegida es porque sé que tu Amar me acompaña siempre. Y también porque como te he dicho he dejado todo por ti, ya no tengo amistades por Internet, ni las busco, decidí que si no eres tú la persona a quien me entregaría totalmente no sería nadie. Ahora quiero tranquilizarte, te insisto, no soy gay ni tengo inclinaciones homosexuales, las escasísimas experiencia que he tenido con hombres solo han sido experimentaciones y curiosidad, y a la vez me han confirmado que no me gustan los hombres, que prefiero claramente a las mujeres. Por otra parte, todos mis juegos fálicos han sido y son virtuales, escondido en el anonimato de Internet, detrás de mascaras anónimas, en eso he tenido mucho cuidado siempre, y con eso he cuidado mi identidad y mi vida real, esa realidad que a ti cariñosamente te preocupa. Amada, necesito que entiendas muy bien que esos “sentires especiales” son para mí solo una necesidad sexual de fantasías, de eróticas imaginaciones para gozar el sexo en la solitaria masturbación. Como te he dicho muchas veces soy un hombre muy ardiente, desde muy joven, en mi adolescencia y antes de casarme necesitaba masturbarme todos los días, después mas adulto, ya casado, tenia relaciones 4 o 5 veces por semana, siempre tenía dos o tres amantes, pero estos últimos años fui dejándolas para dedicarme a mi esposa, desafortunadamente ella entró en una etapa en que el sexo ya no le interesa. Entonces no me quedo otra opción que la masturbación pues ya no quiero más líos de infidelidad. Y para masturbarme necesito excitarme, y eso es lo que me llevó a los juegos fálicos. Son otra manera de excitación, nada más. Como debes saber, en el sexo tarde o temprano se cae en la rutina y eso lleva inexorablemente a la exploración en busca de nueves fuentes del goce físico. Tu sabes que para mí el sexo una de las cosas más importante de mi vivir. Es mi naturaleza, y como escribió el filósofo Francis Bacón; “A la naturaleza se la domina obedeciéndola”.

lunes, 15 de abril de 2013

Cartas desde mi infierno (5)



“Se volvía loca por sus amantes, cuyo pene es como el pene de los asnos y cuya eyaculación es como la de los caballos.”. Ezequiel 23:20

Ahí estaba frente a mis ojos enmascarados de falsa mujer un hermoso miembro viril, aparecía de perfil, imponente, majestuoso, no era desproporcionado como los que había observado con detalle muchísimas veces en Internet, no era irrealmente largo ni groseramente grueso, ni muy blanco paliducho ni de ese extraño café oscuro de los falos de negros. Era muy normal, quizás algo corto, muy parecido al mío. De tronco moreno pálido y de glande muy rosado, muy carnal, con el prepucio recogido bajo la corona del glande brillante, y bajo el unos grandes testículos, redondos y depilados. En su entorno tenía pocos vellos púbicos lo que daba una sensación de aseo y naturalidad. Entré en una pervertida y continua obsesión, recuerdo que lo observé muchas veces, y por largos ratos. Podía sentir su potencia masculina, lo veía como la esencia misma del macho, casi sentía en mi mano su erección, su rigidez, su fuerza poderosa y pene/trante. Me excitaba tanto mirarlo ensimismado que varias veces me erecté imaginando tenerlo apretado con mi mano y sintiendo las palpitaciones de su impetuosa musculatura varonil. Me estremecía voluptuoso ante ese falo real, verdadero, muy normal. Esa misma obsesión fálica me indujo a investigara y conocer más sobre los antiguos cultos fálicos, las estatuas, las figuras, la cerámica, los templos y las fiestas relacionadas con el pene. Nada de eso me excitaba, solo era mi curiosidad intelectual. También supe de cómo la simbología sexual estaba en todos los aspectos de la naturaleza y de la civilización, en publicidad, escondida en las formas de envases de perfumes o desodorantes, en la formas de torres y obeliscos,  de monumentos y edificios, y también en la forma de los hongos, frutas, ramas o raíces de árboles o rocas erosionadas, aprendí que lo fálico estaba en todo, solo era cosa de buscarlo. El símbolo del príapo representaba la vida en su más potente expresión. A todo esto, Gilbert continuaba enviándome fotografías de su verga, de todas las maneras posibles, muy erecta, fláccida, chiquita y tierna, masturbándola, en acción penetrando o siendo mamada por alguna de sus amantes, colgando lacia o erguida en todo sus esplendor, se notaba claramente que él era un macho muy orgulloso de su miembro, y yo, como Linda, muy desvergonzada, lo alentaba en ese orgullo tan primitivo haciéndole ardientes y procaces comentarios sobre su verga y pidiéndole más y más fotos de ella. Las ultimas imágenes de su pene me las envió no hace mucho, a principio de febrero de este año, en dos de ellas aparece solo su miembro muy endurecido, en una erótico primer plano, era un intento de retomar nuestra erótica comunicación pero ya no le contesté pues hacía tiempo que habíamos caído en la rutina y yo había dejado de comunicarme con él. Pero mucho antes, en el periodo más álgido de esa relación, allá por enero del 2009, mi vida dio un vuelco inesperado pues apareciste tú declarándome tu Amo y Señor, y yo ungiéndote como mi esclava y doncella.

Cartas desde mi infierno (4)



“El falo ocupa un lugar primordial en la teoría psicoanalítica lacaniana en referencia al complejo de Edipo.”, Wikipedia.

Primero fue el asumir por primera vez una máscara, y fue por el interés que me habían despertado los sitios virtuales de travestís, los de closet, es decir aquellos hombres que se vestían de mujer y se sentían femeninas, no necesariamente gays, pero solo en la intimidad, en sigiloso secreto, nunca en publico. El 2005 llegué a crear un grupo virtual de travestís maduras que permaneció activo como tres años y medio y donde participaban más de 30 personas que compartíamos fantasías, imágenes y experiencias. Allí se viví virtualmente mis primeras aproximaciones a lo fálico. Mi máscara se llamaba La Baronesa. Esas perturbadoras vivencias virtuales me llevaron a avanzar y profundizar más en lo fálico y en el esconderme detrás de máscaras. Fue así que creé una mascara totalmente femenina, detrás de ella yo podía ser una mujer plena, real, y sentir y vivir esa sensación de ser hembra total. Esta nueva máscara se llamó Linda, y era una mujer cincuentona, exhibicionista, muy ardiente y sexual. Incluso ella tenía para compartir muchas fotos muy eróticas y pornográficas de ella y sus parejas, hombres y mujeres, pues las tomé de un sitio de Internet donde una pareja norteamericana, publicaba sus propias fotografías sexuales, en especial de la mujer. Publiqué fotos de ella y participé en varios grupos de alto contenido sexual de Yahoo, hasta que me contactó un macho, un hombre maduro, norteamericano también pero que hablaba bastante bien el español. Había visto “mis” fotos en uno de los grupos y quería intercambiar fotografías personales. Se llamaba Gilbert, era casado, con hijos, muy caballero y muy ardiente. Esa relación comenzó en mayo del 2007 y fue de a poco terminándose hasta que finalizó en mayo del 2011. Durante esos cuatro años me envió muchas fotos y algunos videos de él, de su verga, de sus relaciones sexuales con sus amantes, incluso algunas fotos de  su esposa, pero estas últimas no pornográficas si no as que te tomaba escondido sin que ella supiera. Y yo, detrás de la máscara de Linda, le enviabas fotos similares de ella desnuda, con sus parejas o su esposo, o con sus amigas teniendo relaciones lésbicas, y también en orgías con hombres y mujeres. También nos escribíamos comentando las fotos y contándonos nuestras experiencias sexuales. Él siempre creyó que se comunicaba con una mujer verdadera. Ahora bien, en su segundo mail, en respuesta a unas fotos de Linda semidesnuda que yo le había enviado, él me envió la primera foto de su verga. Fue en ese momento que crucé el portal del infierno.

Cartas desde mi infierno (3)



“El pene siempre ha sido un objeto de veneración.”, El Culto Fálico, Internet.

Todo comenzó de manera lenta, sin un inicio perceptible ni siquiera por mi mismo. Y fue a través de Internet, cuando yo ya tenía unos 50 años. Como masturbador vicioso siempre me atrajo la pornografía, cuando muy joven comencé a masturbarme todos los días, me calentaba mirando revistas con mujeres desnudas o leyendo libros porno como La Princesa Rusa o Memorias de una Pulga. Recuerdo que una vez me prestaron una colección de fotos pornográficas en blanco y negro, imágenes de un prostíbulo, eran fotos de prostitutas muy reales, no bonitas sino vulgares, con antifaces, macizas, con senos muy grandes y oscuros pezones, esas imágenes aun las guardo en mi memoria y aun me excita su recuerdo. Pues bien, Internet esta plagado de pornografía de todo tipo y gusto. Y yo disfrutaba de todo eso en mis sesiones mañaneras de masturbación solitaria. Pero solo veía parejas teniendo sexo o algunas pocas veces mujeres, siempre maduras, desnudas en poses muy provocativas o masturbándose. Hasta que un día me di cuenta que me gustaba también ver vergas, erectas o en descanso, me atraía y excitaba mucho verlas, de hecho siempre prefería fotos o películas pornográficas en que se vieran bien los falos, en que se viera al hombre como se masturbaba, o se paseaba con el mimbro erecto. Nunca me había gustado mucho ver solo a las mujeres desnudas, casi no me excitaban, pero si había penes sí, en especial cuando el hombre se masturbaba. Temeroso de esa pequeña obsesión me autoanalicé y me di cuenta que no era una atracción homosexual, porque no sentía ganas de que esas vergas me penetrarán, tal vez tocarlas, pero nada más, era como un deseo perverso de ver algo que no debiera, prohibido, porque se supone que un hombre normal no mira vergas de otros machos. Ese voyerismo fálico lo podía satisfacer bastante bien por Internet, tenía y tengo toda una colección de vergas de mi gusto, mas bien chiquitas, gruesas, con forrito largo y a medio erectar o fláccidas, y más de alguna vez me atreví a mirar de reojo en los urinarios al hombre que orina a mi lado, en un cine o en la oficina, pero esto me daba mucho temor pues si se daban cuenta pensarían que era gay, y no es así. Por eso dejé hacer esa locura y me limité solo a ver vergas por Internet. Entonces comencé un nuevo e inquietante juego virtual.

Cartas desde mi infierno (2)



“Constituye una victoria importante transformar una angustia sicopática en una pena sin trascendencia.”, Sigmund Freud.

¿Quien es este Valmont que te escribe, ese ‘enemigo’ de tu Rubén? De partida es un solitario, casi no tiene contactos en Internet y menos personales, como tu misma has dicho tiene un romanticismo a flor de piel, un intelecto amplio, es sensible y muy tímido, por eso quizás nunca se atrevió a decirte de sus sentimientos, es un hombre muy intelectual, muy maduro, muy varonil, pero como ausente, alejado de todo, en fin, él el un ser especial, raro, distinto, sobre todo eso; distinto a Raúl, a Fernán, a Rubén, es distinto a todos porque tiene lo que los otros tres no tienen, porque guarda un secreto que no tienen los otros. Y tal como dijiste, es tierno, le atraen un poco lo masculino pero es muy hombre, es bello, es pasional, es respetuoso, solo que hay en él una fase muy intima, muy escondida, que el mismo no quiere dar a descubrir porque no debe hacerlo ya que la confianza rebota y ante la gente no existe, ante Fernán tampoco, ante Raúl a medias porque tuvo temor de ser descubierto, pero ante tu amor se estremece, más ahora que él sabe que tú conoces el secreto que se que nadie más sabe. Debe ser que él sabe que solo tú podrías entender y aceptar su secreto, por eso es tímido ante ti y te ama a su modo. De joven adolescente fui muy ardiente, pero por mi timidez no podía consumar esos deseos y necesidades físicas y me dedique a la masturbación, era mi única salida sexual hasta los 21 años, después me casé virgen y durante unos pocos años mi sexualidad estuvo contenida en el ámbito matrimonial. Pero sentía que necesitaba más, mis vivencias sexuales eran muy pocas, por eso ya más adulto debí buscar las experiencias que necesitaba mi alma y mi cuerpo. Pero créeme que nunca como algo homosexual, siempre fueron mujeres, de todo tipo y edad y físico. No quiero que tengas una idea errada sobre su secreto, él no es gay, no le atraen para nada los hombres, es cierto que ha tenido solo 3 o 4 experiencias pero nunca ha penetrado a un hombre ni nuca lo han penetrado a él. Solo que él siente una extraña excitación al ver una verga, ya sea erecta o fláccida, pero no siente deseos de que lo penetren ni nada de eso, es una rara atracción por el falo como símbolo sexual, y es que en él habitan en secreto equilibrio lo masculino y lo femenino.

Cartas desde mi infierno (1)



Pero yo hago brotar de ti mismo el fuego que te devora”.
Lamentación por el rey de Tiro. Ezequiel 28:18.

Casandra, muy mía, te escribo desde el silencio, eso significa que estar carta no necesita tu respuesta, y más aun, puedes dejar de leerla cuando te des cuenta de que se trata. A mi me basta con escribirla porque siento que es como si te estuviera hablando y tu escuchando, abrazados sobre el lecho compartiendo en una dulce intimidad nuestras ternuras y soledades, y esa maravillosa necesidad que tenemos el uno del otro. No imaginas cuanto se alegró mi alma cuando supe que tú sabias, entendías y aceptabas mi secreto. Fue como una suave y refrescante lluvia que caía sobre los ocultos y terribles fuegos de perversión que consumen una parte de mi ser. Pensé que al fin podría sacarme de adentro todos pervertidos y obsesivos pensamientos, todas las lubricas fantasías que anidan escondidas en mis profundos laberintos, en mi cenagosa cloaca vivencial, esas espinas hirientes que hacen sangrar en mi desde hace muchos años y que nunca pude expresar abiertamente ante nadie. Me alegré porque creí que era el fin de un suplicio enmudecedor, que ahora había alguien con quien compartir mi secreto con la amistad, complicidad y comprensión necesarias para liberar mi alma y dejarla volar libre al fin de esa dolorosa sensación de  pecado. No se trataba de que tú ibas a compartir mi obsceno “sentir especial”, no amada Casandra, solo se trataba de que yo pudiera mostrarme ante ti en mi verdadera realidad oculta, poder hablar abiertamente de esa pulsión irracional que vive en mí como un demonio enquistado. Pero vinieron tus palabras, escritas bien lo sé, con tu infinito Amar y sabiduría: “Por lo que os manifiesto, no tocar mas el tema que alude tus sentires especiales,”, y las entendí y acepté porque conozco y respeto tu recato, tu pudor, tu severa actitud ente lo que a ti no te parece correcto. Y me volví a sentir un envilecido pecador, un sucio depravado que debía esconder para siempre su indecente secreto, más aun ante la mujer que amo desde el primer día en que iluminó mi vivir. Y me volvió a habitar la pena de la soledad, la tristeza de saberme solo, incomprendido, humillado, el saber que quizás debía seguir en la búsqueda de ese alguien donde pudiera verter mi verdad sin los límites de la censura y de la repulsión. Pero no, no deseo seguir en una búsqueda que sé que no tiene salida, si no eres tú, amada mía, ese ser que me liberará de mis cadenas es que no habrá nadie nunca, y por eso he decidido escribirte esta carta y las que vendrán, las leas o no, las contestes o no, porque solo en ti deseo encontrar la calma espiritual que busco para asumir y vivir en plenitud mi “sentir especial” aunque solo sea imaginando que me lees y comprendes. Porque a ti te amo y sé que me amas.