sábado, 31 de agosto de 2013

Cartas desde mi infierno (59)


LA MANO

Fue ayer en la mañana, como siempre temprano, en ese rato en que todos duermen y yo estoy solo por un par de horas dando salida a mi vicio masturbatorio y a mis fantasías fálicas. Como ya esta siendo usual comencé a buscar videos porno de machos de buenas vergas pajeándose o exhibiéndolas, o de parejas de gay maduros culíando o masturbándose entre ellos, o también de travestís maduras en las mismas situaciones. Y sobretodo que sean amateurs de cuerpos muy normales en actitudes sin poses artificiales, todos lo más real posible. Anduve vagando por los sitios porno que frecuento sin encontrar lo que buscaba. Después de un rato de ver vergas de todo tipo, tamaño, grosor, color, erectas o fláccidas, masturbadas por mano propia o por otra, o masajeadas voluptuosamente sin llegar a eyacular, ya esta por abandonar mi propósito cuando vi algo especial. Se trataba de la imagen de una mano femenina aferrando una pichula como si fuera el mango de un sartén y una mano varonil tocando la vulva de ella. Se alcanzaba a ver un poco de los dos cuerpos desnudos al nivel del abdomen vistos como de lado. Entro a ver el video, y la mano femenina comienza a pajear en esa misma posición de mango de martillo la verga que tiene el glande muy enrojecido con el meato bien marcado en un rojo aun más intenso, está en eso un rato y luego la otra mano de ella va hacía las bolas y las acaricia por debajo, después de un corto momento la saca y sigue pajeando el pico de la misma manera, una de las manos de él va hacia la chuchita y comienza a dedearla suavemente, luego la retira y la mano femenina sigue con su suave pajeo que va aumentando en rapidez muy de a poco, cambia de mano pero sigue tomando y masturbando la verga de frente como un mango, de forma que la cabeza muy roja del pico queda rozando el vientre de ella, hasta que de pronto surgen de la pichula unos tres o cuatro breves chijetes de denso y blanco semen, ella lleva rápidamente su otra mano por abajo para recoger algo de esas gotas de semen, y luego la retira mientras atrae el falo hacia su vientre dejando que el resto de la lechada se esparza entre su ombligo y su vulva, masturbándolo, masajeándolo, ordeñándolo, estrujándolo muy suavemente, el semen lechoso de deposita y escurre en una línea vertical desde el ombligo hasta la chucha, él se mueve cortito varias veces como culiando como para extraer hasta la ultima gotita seminal mientras la mano de ella sigue agarrando el pico, la imagen se oscurece hasta el negro. A todo esto yo me pajeaba deliciosamente mirando la escena, y en un instante de éxtasis máximo mi mano fue tu mano, y tu mano la de ella, y mi verga la de él, y tu mano en mi pichula y mi mano en tu vulva, y el semen derramándose por tu vientre desde tu ombligo hasta tu vulva, y entonces mi semen se derramó por los dedos de mi mano que pajeaban mi pichula en la quieta soledad de la mañana de ayer.
El Vizconde mirón


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