jueves, 12 de septiembre de 2013

Cartas desde el purgatorio (7)


JUEGO DE MACHOS

Una fantasía posible II

Estuvimos otro rato masturbándonos, los dos piluchos en la cama, recostados uno al lado del otro, pero ahora pajeándonos cada uno por su cuenta y mirando la película donde los hombres habían cambiado de posición y seguían con la penetración anal, por ahí dije “que rico es estar así”, y él me contestó, “sí, es muy rico hacerse la paja tranquilo y bien acompañado”. Ambos reímos mirándonos como buenos amigos. En eso recordé una fantasía que tenia desde hace años, me paré y fui a la sala tomé un pequeño maletín de ejecutivo que había llevado. Volví al dormitorio y se lo mostré, él sonrió curioso pero intuyendo lo que yo iba a hacer me dijo, “vaya, venías con sorpresa”, asentí con la cabeza y abriendo el maletín sobre la cama fui sacando de el la ropa interior femenina que contenía, un colaless rojo y un sostén chiquito del mismo color, una medias caladas negras con bordes elasticados y unos zapatos de dama de tacos aguja muy altos, de color rojo. Él me observaba entusiasmado mientras se sobaba su verga muy erecta. Me puse coquetamente las prendas, rellenando el sostén con un par de globos que llevaba para eso y que inflé de espalda a él, mi pico quedo formando un bulto dentro del calzoncito, me calcé los tacos y comencé a bailar ante él, este se agarró el pico y mientras se pajeaba con frenesí me decía; “rica, mijita, tienes ricas tetas, mira como me pajeo por ti, rica putita…, mira el pichulón que te espera…”, yo me se excitaba más y más viendo su imponente pichula que me incitaba a vencer mi temor pene-trativo. Mientras seguía con mi baile erótico me fui acercando a la cama, luego me subí a ella y me puse de pie sobre él con ambas pierna abiertas sobre su pico, y luego comencé a agacharme en cuclillas sobre el pichulón, lentamente fui bajando mi cuerpo hasta que la cabeza de su verga rozó mi florcita del sur solo cubierta por el delgado hilo del colaless, sentí la dureza del pico entre mis nalgas desnudas, y me vino un estremecimiento de placer, “ay, que rico pico”, grite instintivamente, “gózalo” le grito empujando su miembro entre mi nalgas que se lo apresaban, entonces, ya lanzado por la calentura me hinqué a su lado y tomando su verga hinchada la acerqué a mis labios y le pasé la lengua suavemente sin atreverme a chuparla aunque tenia muchas ganas de sentir ese pichulón tan grande en mi boca, él llevó su mano al bulto de mi pichulita erecta bajo el breve calzón y la sacó sobajeándola tiernamente. Me dijo que me recostara invertido y tomando mi pico comenzó a chuparlo, instándome con los movimientos de su pelvis a que yo hiciera lo mismo, por lo que metí su gran verga en mi boca succionándola con fuerza. Por sobre los quejidos y grititos que provenían de la película que ya no veíamos se escuchaban nuestros quejidos apagados por las bocas llenas de pico y eso nos excitaba aun más. Después de un rato, nos separamos y nos recostamos otra vez uno al lado del otro, y tomando cada uno nuestras respectivas pichulas comenzamos a jugar a los mosqueteros, con los picos como espadas, rozándolos, frotando una verga con la otra, dando grititos de placer, y ya en el limite del clímax, cada uno agarro la pichula del otro y comenzó a hacerle un paja frenética, ambos gritábamos y nos retorcíamos moviendo las pelvis para sentir como si estuvieran culíando la mano del otro, desesperados por alcanzar el goce máximo, en eso a ambos nos vino la eyaculación al mismo tiempo, “yaaa, riiicooo! yaaa, maaas maaas, uuufff”, grito él, “ay, ay, aaay, maaas, aaahhhggg”, grité yo en coro, y ambos sentimos en la mano el ardiente semen del otro que nos chorreaba entre los dedos, seguimos pajeándose un poco más hasta extraer hasta las ultimas gotas de semen y dejar las pichula lacias y blandas, pequeñitas, y nos tiramos hacia atrás, cansados, extenuados, pero totalmente complacidos.

El Vizconde consumado.

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