La escena comienza con cuatro machos, maduros, más
bien viejones, pálidos, de cuerpos rollizos, y de piel muy blanca, uno casi
calvo, otro barbudo, aquel bigotudo, el último flaco, delgado, de vergas no
siempre duras pero de tamaños considerables. Mientras miro y me concentro en lo
que veo me voy erectando lentamente. Al inicio hay uno sentado en un sofá y dos
besándose sobre él, un tercero se asoma con su mano en su verga, los observa y
luego desaparece, luego todos inician un juego de machos excitados en una
intensa y trabada camaradería sodomítica sobre un lecho de blanca sabana y
albos almohadones. Mientras tanto sobo mi pene semierecto y comienzo a pajearme
suavemente. Se besan, se sobajean los cuerpos desnudos por todos los rincones
posibles, lamen sus anos con ávidas lenguas. Mientras yo me imagino ahí entre
ellos sintiendo la suave e inquietante manipulación de mi pene. Se juntan
acariciándose hincados sobre la cama formando una pálida estatua grupal de
múltiple y cárneo mármol entremachado o machihembrado. Mientras yo me imagino
ahí entre ellos sintiendo el morbo del roce de esas carnes blandas y calientes.
Se masturban a si mismos o a otro, se maman sus vergas recíprocamente con un
plácido sibarismo fálico, acarician amistosamente sus mórbidas y lampiñas
blanduras y flacideces. Mientras absorto y excitado alcanzo la erección total y
me pajeo más y más rápido. Se penetran por turno en grata y compartida sodomía,
se manosean felices de su nudismo desvergonzado, entregados a los vicios,
placeres y fantasías de una calmada orgía de machos veteranos en un ambiente de
amistosa complicidad. Mientras fantaseo con estar ahí entre ellos sintiendo el
restriego genital entre esos machos calientes. Sus panzas se cimbran mientras
culean en rítmicos movimientos, ya sea cuando uno de ellos se ofrecen piernas
arriba dejando su ano expuesto a la pene-tración del amigo o se pone en cuatro
como perra en celo proponiendo su culo ansioso al erecto falo hambriento de
apretada y carnosa hondura. Mientras me imagino ahí entre ellos sintiendo el
manoseo, el roce, el frotamiento sobre mi piel desnuda. En un momento dos de
ellos se enyuntan como dos caracoles trabados en una copula voraz y los otros
dos los observan de pie pajeándose en un cercano voyerismo gay. Mientras voy sintiendo
la inminencia de la eyaculación. Se traban, se entremezclan, se culean como
leva de perros sin hembra, se abotonan en una culiadera de carnes obesas, fofas
y pálidas, se masturban casi rozando sus vergas hasta derramar el semen sobre
el otro. Mientras yo eyaculo deliciosamente y mi semen escurre por mi mano.
Hacía el final dos de ellos se entregan a un lamido beso final como epilogo de
una homosexualidad compartida. Pero yo ya estoy laxo y saciado intentando
retomar mi solitaria realidad.
Tu Vizconde masturbante.
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