viernes, 25 de octubre de 2013

Cartas desde mi infierno (67)


Mi dulce Casandra, te invito a un caminar de la mano por una larga noche imaginaria, soñemos, imaginemos, fantaseemos, viajemos muy juntos por los ámbitos más oscuros y ocultos de nuestros instintos, ambos despojados de esas caparazones, fundidos en una complicidad voluptuosa, lubrica y sexual. El lugar; un acogedor departamento perdido en las populosas calles de la ciudad. Los protagonistas; tú, yo y otro macho, más joven, es blanco, con pocos vellos en el cuerpo musculoso y bien formado, su pubis esta afeitado pero ya han crecido algo los pendejitos claros. Tiene una verga larga, no tan gruesa, y en ella sobresale una vena mayor que corre a todo lo largo de su pene, es una verga hermosa, con el prepucio bastante largo que en estado de flaccidez cubre todo el glande, aun ya semierecto la rosada cabecita apenas asoma en su punta. El macho y yo estamos completamente desnudos, tú con una enagua corta y delgada que se apega a tu cuerpo dibujándolo sutilmente en sus ondulaciones, tus pezones se notan claramente bajo la delicada tela. Él está de pie jugando con su verga, ostentoso y ansioso pero en silencio, nosotros nos besamos y acariciamos encendiendo los deseos más impúdicos, luego nos recostamos en el lecho e iniciamos una doble masturbación mutua, tu aferras mi verga y la pajeas suavemente, yo corro un bretel de tu enagua dejando salir un seno y beso y chupo el sensible pezón, mientras una de mis manos juega haciendo pequeños círculos en tu clítoris, ambos con la vista fija en el miembro ya erecto del macho que se nos exhibe orgulloso de su herramienta viril. Llega un momento en que los tres estamos ardiendo de deseos, y entonces invitamos al semental al lecho. Él se recuesta con sus manos detrás de la cabeza dejando su hermosa y erguida verga a nuestra disposición. Y comenzamos un juego nuestras lenguas golosas lamiendo el falo de arriba abajo al mismo tiempo, dándole delicados besitos como dos abejitas calientes que liban la miel de sus fantasías. Nuestras lenguas ávidas y sedientas se encuentran y tocan sobre el potente tallo de esa pichula imponente y llegan juntas a la puntita a disputarse amistosamente las gotitas preseminales, y allí se traban en un alegre y voluptuoso juego sexual como dos húmedos caracoles en celo. Luego me ordenas ponerme en cuatro patitas y me untas crema en mi ano y me abres las nalgas ofreciendo mi temerosa florcita del sur al macho inhiesto que se acerca y me punza el ano con tu falo endurecido, con una mano tú le sobas las bolas instándolo a que me pene-tre, con la otra me tomas mi pichula y comienzas a pajearme suavemente, el macho me toma de las caderas y ayudado por tu mano que tomando su verga la dirige a mi ojalito virgen inicia una muy lenta pene-tracción, me duele y a la vez me hace sentir una deliciosa y extraña sensación, una vez que ya está buena parte de ese falo dentro de mí, tú te ubicas de manera que tu vulva queda frente a mi boca y aferrando mi cabeza con tus manos me induces a  que te haga un sexo oral, luego alargas tu brazo hasta agarrar mi pene erecto y inicias su pajeo, entonces mi lengua afana en tu clítoris, en tus labios vaginales, en la entrada de tu vagina, el macho comienza a sifonearme rítmicamente aumentando mi dolor anal y también el goce sodomítico, y tú me masturbas frenética apretando mi pichula, de pronto, como si los tres entráramos en una misma locura genital al mismo tiempo nos viene un exultante clímax orgásmico, yo lengüeteo tu vulva, él me pene-tra y bombea, tú nos animas con palabras soeces, y entras en orgasmo estremeciéndote y gritando, él eyacula dentro de mí hundiendo su verga y gritando, y yo al sentir el esa brusca pene-tración y el derrame interior de su semen caliente eyaculo en tu mano gritando. Después de goce desatado los tres nos dejamos caer en el lecho, saciados y cansados, un silencio llena el ámbito de esa intimidad compartida, él se va o desaparece, no nos importa pues y tú y yo comenzamos a besarnos tiernamente como en un sueño que ya habíamos soñado.

Tu Vizconde soñador.

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