domingo, 27 de octubre de 2013

Cartas desde mi infierno (69)


Casandra mía, ahora te mostraré en los rincones más íntimos de mis cloacas. Este último tiempo he estado tres veces cerca de consumar la sodomía, y las tres me he arrepentido, un poco por pánico al síndrome de inmunodeficiencia adquirida, otro poco por miedo a posibles chantajes (nunca se sabe…), y otro poco por temor a no poder llegar a la pene-tración anal que todos los travestía y gay desean. En los contactos virtuales entre hombres siempre se plantea la identificación de cada macho, quien es  el activo y quien el pasivo, o también si la relación copulativa será un viceversa, ambos pene-trados y ambos pene-trantes. A mí me gustaría sentir solo una leve y suave penetración, de una pichula delgada, quizás solo el glande para sentir lo que una amiguita trava describe muy bien, “…con el prepucio como me gusta, es decir que deja libre una pequeña parte de la cabecita y te permite sentir como se va "pelando" conforme se va metiendo hasta que se pliega todo hacia su base, sin llegar a ella y que una vez que entró el pene, al llegar a la pequeña protuberancia que hace el prepucio replegado, te da un placer extremo pues para esos momentos la sensibilidad se ha disparado, y esa arruguita plegada es como un regalo adicional…”, o para ser franco solo me encantaría sentir las punzadas de un verga dura en mi ano, eso intentos de pene-tración abortados porque yo muevo coquetamente mi culito para evitarla. Nada más. Por otra parte, la edad, la falta de sexo real o la continua masturbación, han hecho que mis erecciones ya no sean como las de antes, no logro la dureza máxima, a veces creo que es por falta de la adecuada estimulación, mental y física. Y no estoy seguro que poder pene-trar un macho. Además nunca me llamó la atención la pene-tración anal con las mujeres, recuerdo que siendo un macho joven y potente, por lo menos dos amigas que me ofrecieron sus anos como muestras de entrega total, y las dos veces no pude hacerlo completamente, ni tampoco disfruté el coito anal. Por eso lo que busco es un travestí muy de closet, o un gay muy discreto y tímido, maduro, mayor de 50 años, gordito, no muy alto, lampiño, pasivo, de pichulita chica y delgada, ojalá con forrito. Así no corro el riego de que me pene-tre o si cedo a esa opción no me duela y pueda gozar la entra de un pene en mi florcita del sur sin resquemor, como si fuera un dedo, o una zanahoria chiquita.

Tu Vizconde sodomítico.

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