lunes, 29 de julio de 2013

Cartas desde mi infierno (44)


Nudismo fálico 5-3

En el siguiente viaje ya todo fue más fluido. Le pedí directamente si podía darme un masaje y ella acepto de inmediato, solo tuve que esperar un par de horas hasta que ella terminara su turno de trabajo a las once de la noche. Cuando llego yo ya estaba excitado, desnudo y con mi verga medio erecta cuando le abrí la puerta. Nos fuimos al dormitorio y me tendí boca arriba, ella me masajeo un poco el cuerpo y luego me tomo la pichula suavemente con su mano. Comenzó a masturbarme y con la otra mano me masajeaba el cuerpo y mis coquitos. Yo me deje llevar por el placer y me movía como si estuviera culiando, gozando la pajita que ella me estaba haciendo. Yo ya estaba muy caliente y sin pensarlo le pedí que se sacara la blusa… se la saco y quedo en sostén, le comencé a acariciar los pechos por encima y después le pedí que se quitara también el sostén…tenia unos senos muy grandes y llenos, con unos grandes pezones muy oscuros…eran como los había imaginado…comencé a tocarlos mientras ella seguía masturbándome y después acerque mis labios a uno de sus pezones y empecé a chuparlo suave y ardientemente, ella no mostraba mucho si estaba excitada o no, luego metí mi mano bajo su falda y también comencé a tocarle su chorita por encima de los cuadros, sentía su zorrita húmeda y caliente… no aguante mas y me tire hacia atrás en la cama, y moviéndome y gimiendo desesperado eyacule con su mano en mi pichula. En el tercer viaje las cosas fueron aun mas fluidas, ya nos conocíamos bien y nos teníamos confianza. Esta vez ella comenzó casi al tiro a masturbarme, se saco la blusa y el sostén, quedando con sus ricos pechos al aire y sin que se lo pidiera bajo su cabeza y comenzó a pasar su lengua por mi falo erecto, le iba pasando su lengua húmeda y caliente a todo lo largo, o envolviéndolo en espiral, o besando su glande con suavidad, así de a poco comenzó a chuparlo lentamente, yo no daba mas de placer y le tomaba la cabeza con mis dos manos moviéndome rítmicamente con mi falo en su boca, le tocaba los pezones y sus grandes tetas, esta vez metí mi mano bajo sus cuadros y encontré su chorita muy mojada y ardiente. Comencé  a tocarle el clítoris con mis dedos, suavemente y en pequeños círculos, le pregunte si le gustaba y asintió con la cabeza mientras me mamaba mi verga rígida y ansiosa…se notaba excitada pero controlándose, a los pocos minutos acabe muy rico con sus labios en mi pico y yo gimiendo de placer. Cuando ya estabamos descansando le pregunte si había llegado al orgasmo y me dijo que no pero que igual había gozado. Seguimos así uno o dos viajes mas, hasta que en mi cuarta o quinta estadía, ya en total confianza, comenzamos a hacer lo mismo y le pedí que se quitara también la falda, quedo solo en cuadros y con sus senos al desnudo…así que mientras ella me masturbaba, yo le chupaba sus pezones y le metí mi mano bajo los cuadros, comencé a masturbarla con mi dedo en su clítoris y también pasándolo por entre sus calientes labios genitales…por ahí me di cuenta que se había calentado y el dije que si quería que la penetrara, que yo tenia muchas ganas de hacerlo, me dijo que bueno y sacándose los calzones se tendió en la cama. La note nerviosa y yo también me puse nervioso, yo porque no esperaba que me dejara penetrarla, pensaba que no iba a querer, me sorprendió cuando acepto. Me puse tan nervioso que cuando me puse el condón e intente meterle mi pichula en su chorito, se me comenzó a pasar la excitación y mi miembro a ponerse lacio…, así que me tendí a su lado y comencé a masturbarme yo mismo mientras tocaba su clítoris, yo estaba tan caliente que sin pensarlo le dije que se masturbara ella misma, que no tuviera vergüenza... ella comenzó a hacerlo temerosa, pero poco después le fue encontrando el gustito y a calentarse mas y yo le chupaba los pezones y me masturbaba también junto a ella, así estuvimos un buen rato gozando y cada uno mirando como el otro se hacia la pajita… hasta que acabamos casi al mismo tiempo, ella con unos grititos de placer y yo gimiendo desesperado al eyacular… después me contó que era primera vez que se masturbaba, que nunca le había llamado la atención hacerlo, pero que ahora había tenido un orgasmo muy rico, que nunca imagino que pudiera hacerse gozar ella misma.

El Vizconde exhibicionista.

miércoles, 17 de julio de 2013

Cartas desde mi infierno (43)


Nudismo fálico 5-2

Los pocos minutos que la espere se me hicieron eternos, no sabia como iba a reaccionar ella al verme desnudo, no sabia que es lo que ella estaba pensando sobre un masaje; pensaría que solo era de relajación y que yo me cubriría el sexo con una toalla, o sabría que también tendría que tener algo de estimulación y erotismo, o mas incluso, con sexo oral, o masturbación manual, o incluso penetración? tendría ella experiencia en estas cosas sexuales, etc., etc., ella se desnudaría o se quedaría en ropa interior, o no se sacaría nada, podría tocarla aunque fuera por encima de la ropa? Todas estas dudas pasaban por mi mente mientras la esperaba, incluso se me había pasado la erección de puro nerviosismo. Decidí esperar para ver hasta donde llegaba ella, sin forzar ni apurar nada. Le abrí la puerta con la toalla en la cintura, estaba muy nerviosa, incomoda, casi asustada. Hicimos algunos comentarios simpáticos y nos fuimos al dormitorio, ella insistía que no sabia dar masajes, yo le decía que no se preocupara, que era como hacer cariño. Le ofrecí jugo y un cigarro, ella acepto, tomo un poco de jugo y fumo un cigarrillo con ansiedad. Yo estaba igual de nervioso pero aparentaba tranquilidad, ya se me había pasado toda la excitación. Me tendí en la cama boca abajo, sacándome la toalla, ella se sentó en el borde y comenzó a masajearme suavemente la espalda, las piernas, incluso las nalgas, mientras conversábamos como si todo fuera lo más normal del mundo. Estuvimos así un buen rato, entonces me di vuelta y quede de espaldas. Allí estaba yo, tendido de espaldas, desnudo, con mi pichulita muy encogida y lacia, y ella cohibida, con toda la ropa puesta, solo se había sacado la chaleca. Esto me permitía verle el sostén bajo la blusa y imaginar sus grandes senos. Comenzó a darme el masaje por las piernas, después el pecho y el vientre, sin tocarme ni acercarse al pene. Mientras me daba el masaje me di cuenta que evitaba mirarme la verga, y eso me fue excitando otra vez, mi falo comenzó a erguirse lentamente, ella seguía evitando mirarlo, mientras tanto seguíamos conversando diversos temas. Yo me excitabas más al ver su timidez y pudor. En mi interior me sentía como un degenerado sexual, como que de alguna manera la estaba violando, además el que me viera el pico parado despertaba mi exhibicionismo y mas me excitaba. No recuerdo como, si se lo pedí o ella lo sobre entendió, o quiso hacerlo al verme excitado, pero de pronto me tenia agarrada la pichula con una mano y me comenzó a masturbar suavemente mientras con la otra me sobaba los testículos, para mi era muy rico y sentia como un placer escondido. Ella parecía no tener experiencia en masturbar a un hombre, porque no lo hacia muy bien, aunque sentir su mano ardiente en mi verga me daba un gustito muy rico Cuando ya estaba a punto de eyacularme tomé yo mismo la pichula y comencé a correrme la pajita delante de ella, le pregunte si alguna vez había visto a un hombre hacerlo y me dijo que nunca, que esta era la primera vez aunque sí sabia de que se trataba. Ella me acariciaba el cuerpo mientras tanto, y ahí comenzó a mirar como yo me pajeaba, estaba como hipnotizada mirando lo que hacia mi mano en mi pico parado, todo esto me calentaba mas y mas, hasta que eyacule muy rico entre gemidos de placer y ella mirándome y masajeandome el cuerpo. Cuando termino de salir el semen de mi falo ardiente y ya mas relajados, mientras nos fumamos un cigarro le pregunté si se había excitado, me respondió que un poco pero que le había gustado verme gozar. Conversamos un poco y se fue diciendo que tenia que cerrar la conserjería. Yo me quedé muy relajado y ya pensando en la próxima vez.

Continua.

viernes, 12 de julio de 2013

Cartas desde mi infierno (42)


Nudismo fálico 5-1

En mis viajes por trabajo al norte me gustaba alojar en un Apart Hotel porque podía recibir amigas sin problemas, además era cómodo y tranquilo. A veces me quedaba solo, ya sea porque alguna amiga fallaba y no iba a la cita o porque no alcanzaba a contactarlas, o también porque prefería estar solo y ver películas eróticas en el cable y correrme la pajita tranquilo. En el hotel había una señora que hacia el turno de noche, era bajita y morena, de cuerpo macizo con unas grandes tetas, que yo a veces se las miraba y me las imaginaba bajo la blusa. Era muy suave y agradable, y me trataba muy amablemente. Cuando me quedaba solo, me gustaba andar desnudo en el departamento, y cuando subía ella u otra mucama a dejarme las cosas para el desayuno yo la atendía solo con una toalla en la cintura, eso me excitaba. Mas de alguna vez, en la noche la miré con los binoculares desde la ventana cuando ella estaba en la pieza de la recepcionista, le miraba las piernas y le alcanzaba a ver el sostén bajo la blusa, mientras lo hacia me acariciaba mi verga y me masturbaba un poquito. De a poco me fui fijando más en ella, me excitaba pensando como seria en la cama, la veía tan seria que me imaginaba degenerándola, haciéndola gozar el sexo, mostrándole mi pichula parada. Una noche en que estaba solo se me ocurrió probar si podía seducirla. La llamé y le pregunte si tenia un diario, me dijo que iba a ver si conseguía uno. Yo estaba desnudo en mi pieza masajeándome el pene. Me llamo para decirme que no había podido conseguir uno, le conté entonces, pidiéndole disculpas por la confianza que me tomaba, que lo que quería era algún numero de teléfono para llamar alguna niña que me hiciera un masaje. Le pregunté si ella tenía algún teléfono de masajista, ya que me imaginaba que otros clientes llamarían por estos servicios. Me contesto que no tenía ningún teléfono relacionado con eso. De ahí le conversé un poco de que en la capital era común eso, y ella me contestaba un poco cohibida pero siempre amable. Yo estaba excitado, con el falo erecto por la conversación, así que de a poco me comencé a correr la paja suavemente. Entonces, aunque estaba nervioso, me decidí y le pregunté porque no me daba ella el masaje, que yo se lo pagaría. Ella amablemente me dijo que no, que lo lamentaba mucho pero que no sabia hacerlo, le insistí también amablemente, explicándole que era solo un masaje simple para relajarme. Siguió negándose pero siempre amable, yo insistía, que no se preocupara porque no supiera hacerlo, que yo le diría como, que le pagaría igual que lo que costaba un masaje en la capital, en esto percibí que dudo un poco y le insistí en forma mas vehemente hasta que dijo que bueno, pero que tendría que ser en una hora mas, cuando terminara el turno. Yo ya estaba muy caliente y con la pichula durita en mi mano, así que le dije que subiera al tiro, que solo serian diez o quince minutos, bueno me dijo, cierro acá y subo.

Continúa.

miércoles, 10 de julio de 2013

Cartas desde mi infierno (41)


Cada vez me calientan más las vergas, hoy de nuevo estuve buscando con que pajearme, vi muchos videos de parejas normales, de gays, incluso de lesbianas, que algo me excitaron, pero no encontré uno que se viera normal, también estuve viendo esas cámaras en vivo de parejas, machos exhibiendo sus miembros o masturbándose, gays abotonados, etc. y nada, hasta que buscando y buscando me encontré dos falos que me calentaron mucho. Una era de un pico con el forrito completo cubriendo el glande, no se ponía totalmente dura, la cabeza se asomaba de a poco, nunca completa manteniendo la expectación erótica, el tipo se masturbaba casi con los dedos y solo en la cabeza del pico, la eyaculación era lenta y copiosa, y la estrujaba hasta la ultima gotita, y lo mejor, duraba 4 minutos!, lo justo para hacerse una buena paja mirándola! Creo que esta verga la mamaría sin problemas, en mi calentura desaforada por instantes imaginé que la lamíamos juntos, que nuestras lenguas se encontraban sobre el tronco y las bocas en el glande en un voluptuoso e intenso beso fálico. La otra, era la de un macho viejo, pero me gusto mucho, tenía forrito, la cabecita muy rosadita y brillante, era blandita e inofensiva, de verdad me imaginé chupándola y pajeándola, me calentó mucho, había varios videos de él, y elegí uno con el que acabé. En este, al principio se ve tan rica, chiquita y fláccida, con el forrito que me gustaría estirar con mis labios y dientes, me hacía sentir hembra fálica, y a la mitad del video se ve tan rica cuando se echa para atrás el prepucio y aflora el glande rosadito y tierno, uf rico!, me sentí una puta mirándola, y lo máximo fue al final, wow!, cuando logra al fin que se le ponga dura y sale la cabeza brillante casi roja y el pico se pone como un gancho curvo hacia arriba, ay! sentí que así si que me dejaría pene-trar! Me corrí una paja deliciosa, me sentí hembra culiada, abusada, pene-trada, por instantes fui una meretriz y goce este pico como los gozan las putas en los prostíbulos, con las bocas llenas de semen! Ah! mi Casandra! ahora que lo pienso tu me hiciste sacar estos deseos fálicos a la luz, ya no me incomoda imaginar estas cosas, gozar un buen pico, pajearme mirándolo, por ti mis obsesiones fálicas se vierten en el semen caliente que escurre denso y lento por mi mano pajeadora.

El Vizconde fálico

martes, 9 de julio de 2013

Cartas desde mi infierno (40)


Te escribo y es como si te hablara, como si te fuera susurrando al oído estas confesiones secretas e indecorosas, es como si en medio de la penumbra calurosa del lecho que soñamos, desnudos, sudorosos, abrazados y abrasados por nuestros fuegos interiores yo te fuera relatando mis lubricas vivencias, hablándote avergonzado sin mirarte a los ojos de mis fantasías sobre gruesas y tiesas vergas imponentes, sobre mórbidas y tiernas pichulas de largos prepucios, de lo que haría con ellas, de cómo las mamaría mientras tú me miras entre el asombro y la lujuria contenida, de cómo me gustaría sentirlas pene-trando mi florcita del sur aun virgen. Y tú me escuchas en silencio detrás de tu recato, pero sintiendo como se estremece tu cuerpo ante esas imágenes que yo voy dibujando para ti en palabras, sintiendo como late tu vulva deliciosa,  como punzan tus pezones la sabana que nos cubre. Y siento tu mano tibia hurgando en mi pubis, buscando mi pene para tomarlo con delicadeza y acariciarlo suavemente, apretarlo con dulzura, y masturbarlo lentamente con un cariño incestuoso. Y voy escribiendo con la nítida sensación de tus senos rozando mi pecho, puedo oler el aroma incitante de tu piel, de tus intimidades, de  tu sudor mezclado con tu perfume, tu pelo cosquillea en mi piel, tu mano me pajea con un deleite sutil y turbador, mi mano vaga por tu vientre hasta tu sexo humedecido por mi voz lasciva y susurrantes, y mi dedo juega en tu clítoris haciendo pequeños círculos, presionándolo con erótica ternura. Y continúo escribiendo como si te hablara despacito en tu oído. Nuestros sudores de confunden en la piel de cada uno, nuestras piernas se entrelazan con una sensualidad desconocida  y urgente. A veces dejo de escribir y te beso, con un beso apasionado, sexual, de bocas muy abiertas, de lenguas que se retuercen como en la jugosa copula de los caracoles, y nuestras salivas embeben los labios y escurren por las comisuras en una exaltación de mordiscos y de dientes que entrechocan. Te escribo y es como si se nos viniera una marea de aguas tibias y burbujeantes que nos inunda, nos arrastra hasta las arenas quemantes de los deseos, desnudos, impúdicos, cómplices en los oscuros pecados de la carne. Y tú me oyes con un silencio de ninfa virgen arrobada ante el canto procaz del fauno que la seduce mientras danza a su alrededor con tu falo erecto y la lascivia encendida en sus ojos libidinosos.

Tu Vizconde erguido.

lunes, 8 de julio de 2013

Cartas desde mi infierno (39)



La nueva señora que iba a hacerme las cosas y la comida todos los días, era bien mayor, por ese tiempo yo tenía 45 años y ella debe haber tenido unos 60 o más. Era delgada, rubia, baja, con cara calentona. Yo sabia por otro conducto que le gustaba el sexo, en especial con hombres jóvenes. Recuerdo que siempre fue muy correcta y muy dama conmigo. A mi me atrajo desde el principio, la encontraba incitante y sensual. De a poco fuimos tomando confianza, conversando de distintos tema, hasta llegar a temas sexuales, le mostré mis revistas porno, incluso un consolador que yo tenia, pero nunca paso nada. Como que se hacia la que no sabia mucho de esas cosas. Todo eso que conversábamos me calentaba mucho, más de alguna vez después que ella se iba yo me tuve que masturbar porque quedaba caliente. Incluso yo a propósito cuando llegaba del trabajo me desnudaba y me ponía solo la bata para comer, así que a veces mientras conversábamos de temas de sexo a mi se me iba parando mi verga y yo me la acariciaba debajo de la mesa. No se si ella se daba cuenta de esto. No me atrevía a decirle algo directamente. Llegue a desearla tanto que se me ocurrió como ir viendo si también tenía algún interés en mí. Un día la pedí que me tuviera preparado el baño parar darme un baño tibio de tina cuando llegara del trabajo. Así que yo llegaba en la tarde y ella me tenia preparado el baño, después yo comía. Pasaron varios días con esta rutina, hasta que un día cuando yo estaba en la bañera, con espuma de baño, la llamé para que me trajera un vaso de bebida, ella entro al baño media cohibida y yo le dije que no se preocupara que la espuma ocultaba todo, se sonrió y me dijo bromeando que además no había nada nuevo que no haya visto antes. Así pasaron otros días con la rutina de llevarme bebida al baño, después se quedaba a conversar conmigo mientras yo fumaba, de a poco fue mirando más en confianza, después yo no usaba espuma y me daba cuenta que ella me miraba mi pichula medio de reojo, seguimos con los temas de sexo, hasta que un día me excité con la conversación y se me paró el pene bajo el agua, yo asomé el glande sobre el agua y le dije que mirara el periscopio, se rió y dijo que estaba bien bueno! Seguimos así un par de días, yo ya en confianza, cuando se me paraba me lo agarraba con la mano y lo acariciaba mientras conversábamos, ella me miraba nomás, pero se notaba que lo disfrutaba, hasta que un día le dije que ya estaba tan caliente que me iba a tener que masturbar y que si quería tocarlo para que no quedara con las ganas, hizo como que dudaba pero al fin me dijo que bueno!, comenzó a tocarlo y acariciarlo hasta que termino masturbándome. Fue muy rico porque yo esperaba hacia mucho tiempo llegar a eso. De ahí para adelante comenzamos ambos a disfrutarlo, yo llegaba y desnudaba y me iba desnudo al baño, me metía en la tina y le pedía bebida, ella me la traía y nos poníamos a conversar hasta que yo me excitaba y se me paraba el pico. Entonces me salía del agua y ella me secaba suavemente dejando el pene para el ultimo, cuando comenzaba a secarlo lo acariciaba, y comenzaba a correrme la pajita y después me lo chupaba hasta ponerme bien caliente, entonces nos íbamos a culiar a la cama, o yo me quedaba desnudo, sin acabar, y me iba al comedor a comer, y después del café nos íbamos a gozar al dormitorio. Cuando yo tenía alguna cita después o no tenia ganas, le avisaba del trabajo que no me preparara el baño, y ella entendía que ese día no iba a pasar nada. Todavía me excito cuando me acuerdo de ese tiempo, me gustaba mucho la situación, andar desnudo delante de ella, a veces con el pico parado y que me lo tocara a la pasada. Para que decir de cómo me lo chupaba, era realmente rico, lo hacia muy pero muy bien, se notaba que lo disfrutaba. También recuerdo que a veces yo la miraba mientras se cambiaba ropa cuando llegaba o se iba, yo me quedaba en la puerta de la pieza con mi pichula parada, haciéndome la paja y mirándola, ella en cuadros y corpiño, se demoraba harto en cambiarse ropa a la espera de que yo acabara. Fueron tiempos muy sensuales y agradables. Esto duro como seis meses, hasta que me vine a la capital.


El Vizconde exhibicionista.

miércoles, 3 de julio de 2013

Carta desde el paraíso 16


DEFENSA DE RAUL (2)

Y fue por esos tiempos que te me apareciste tú declarándome tu Amo y Señor, y yo ungiéndote como mi esclava y doncella. Y entre el absurdo juego de mascaras y seudónimos que yo venía jugando con otras y otros no supe como salir de esa jungla para recibirte de frente, a cara franca, no hubo tiempo, todo fue muy rápido, maravillosamente inesperado, intenso desde el inicio, tu lo sabes porque lo viviste tan bien como yo. Si recuerdas bien fue como un relámpago, un destello de una luz que abarcaba el todo universo, que rompía nuestras vidas calmas y rutinarias, y en dos días pasamos de ser amigos de un club literario a ser dos amantes desesperados. Así de maravilloso. No sabía quien eras, como eras, que quería, que buscabas, te sentí avasalladora, segura de ti misma, demasiado parecida a las que yo buscaba desde siempre como para ser real. Y cometí el error que aun estoy pagando. No me saqué la mascara, no te di mi nombre, y seguí asumiendo otro rostro, otro cuerpo, otro miembro viril, aunque mi historia sí era real, y también era real lo que te decía, mi seducción y mi literatura, solo la forma era falsa, el fondo era muy real. Y vino el Amar, y tus imágenes y mi poesía bajo tu embrujo, y nos invadió la cercanía y la necesidad de estar juntos. Y te fui seduciendo, pervirtiendo, atrayéndote hacia mi red de amor y deseo, y te fuiste entregando a mis brazos y palabras, y fuiste cumpliendo la profecía de que seria mía, como nunca antes fuiste de nadie y como nunca antes poseí a nadie. Y nos fuimos anudando entre poemas y coqueteos, consumaciones y  goces compartidos, y entre juegos impúdicos y alegoría fálicas, y instauramos el ídolo y el nido, los tetes y las pompas, la flor del sur y las palomas, y fuimos felices en el goce y desesperados en al Amar. Y una cosa llevó a  otra, y un día apareció el poeta, y otro fuiste Casandra, y vino el Vizconde y al final el rostro verdadero, y el Amar seguía ahí iluminando esas metamorfosis y esos desvaríos, y vivimos delirios, desencuentros, largas ausencias, silencios y celos, y supimos del dolor de la distancia pero también del nacer de la esperanza. Y Raúl fue difuminándose, diluyéndose, desapareciendo, y lo odiaste para siempre en el desengaño, pero hoy has comenzado a perdonarlo pues en la serenidad de tu alma sabes que sin él estas cartas no habían sido nunca escritas, y jamás hubiera florecido este Amar.

El Vizconde

martes, 2 de julio de 2013

Carta desde el paraíso 15


DEFENSA DE RAUL (1)

Náufrago en una isla desierta de estímulos sensuales, en una continua sequía de sexo, por esos tiempos antes de ti navegaba en sus fantasía por Internet. Eran tiempos de muchos virus y escasos antivirus, por lo que siempre andaba temeroso de entrar sitio porno, de ver o bajar videos, y se contentaba con fotografías indecentes, de todo tipo, parejas, amateurs y sobre todo maduras, teniendo sexo en diversas poses o lugares, mujeres desnudas, mayores y macizas, bien rellenitas, exhibiéndose o masturbándose con mano propia o con un consolador, machos pajeándose con sus gruesos miembros erectos y duros, parejas haciéndose sexo oral recíprocamente, en fin, todo aquello que lo calentara hasta la erección para terminar esa sesiones con una deliciosa masturbada. Gustaba ver sitios de voyeristas, de nudistas, de travestís y de mujeres muy maduras, pero siempre buscando los cuerpos normales, no las chicas playboy ni los varones apolíneos, si no gente corriente, de cuerpo mas bien gorditos , como lo que se ven día a día en las calles del barrio, en el metro o en la tiendas. Cuerpos como el de él mismo. Le atraían y excitaban las tetas grandes y los rollitos en la cintura, las pichulas podían estar fláccidas o muy paradas y duras, muy rara vez vio foto o videos de gays, no le atraían, no le calentaban, no se sentía representado por dos hombres mamándose las vergas o abotonados, en cambio sentía inquietantes sensaciones ante las imágenes de damitas travestís, aunque tuvieran rasgos y cuerpos de hombres. Se inscribió en innumerables de sexo grupos de yahoo, de maduras, de travestís, de nudistas, de masturbadotes. En esos territorios encontraba salida a sus ansias masturbadoras ya sus obsesiones fálicas. También en algunas webs donde podía publicar bajo seudónimos sus poemas eróticos o pornos. En esos lugares conoció a varias personas, mujeres y travestís, o incluso machos bajo seudónimos femeninos, con algunas de ellas llegó al excitante cybersexo, con otras solo a interesantes amistades íntimas. Pero siempre detrás de una mascara o un seudónimo para esconder su nombre verdadero y su vida formal y familiar, también para escribir y expresar sin censuras sus fantasías y deseos impúdicos o pervertidos. Eran los tiempos de los alegres juegos sexuales virtuales. Por todo esto Casandra mía es que te digo que Raúl no fue un mentiroso ni un engañador contigo, él fue mas bien un tímido y timorato miedoso que se acercó a tu vida fascinado por ti, pero con temor de mostrarse como lo que era, uno de los tantos inofensivos depravados que pululan por Internet en busca de equívocos placeres virtuales, sin dañar a nadie.
El Vizconde de los Seudónimos.