Nudismo fálico 5-1
En mis viajes por trabajo al norte me gustaba alojar
en un Apart Hotel porque podía recibir amigas sin problemas, además era cómodo
y tranquilo. A veces me quedaba solo, ya sea porque alguna amiga fallaba y no
iba a la cita o porque no alcanzaba a contactarlas, o también porque prefería
estar solo y ver películas eróticas en el cable y correrme la pajita tranquilo.
En el hotel había una señora que hacia el turno de noche, era bajita y morena, de
cuerpo macizo con unas grandes tetas, que yo a veces se las miraba y me las
imaginaba bajo la blusa. Era muy suave y agradable, y me trataba muy
amablemente. Cuando me quedaba solo, me gustaba andar desnudo en el
departamento, y cuando subía ella u otra mucama a dejarme las cosas para el
desayuno yo la atendía solo con una toalla en la cintura, eso me excitaba. Mas
de alguna vez, en la noche la miré con los binoculares desde la ventana cuando
ella estaba en la pieza de la recepcionista, le miraba las piernas y le
alcanzaba a ver el sostén bajo la blusa, mientras lo hacia me acariciaba mi
verga y me masturbaba un poquito. De a poco me fui fijando más en ella, me
excitaba pensando como seria en la cama, la veía tan seria que me imaginaba degenerándola,
haciéndola gozar el sexo, mostrándole mi pichula parada. Una noche en que
estaba solo se me ocurrió probar si podía seducirla. La llamé y le pregunte si
tenia un diario, me dijo que iba a ver si conseguía uno. Yo estaba desnudo en
mi pieza masajeándome el pene. Me llamo para decirme que no había podido
conseguir uno, le conté entonces, pidiéndole disculpas por la confianza que me
tomaba, que lo que quería era algún numero de teléfono para llamar alguna niña
que me hiciera un masaje. Le pregunté si ella tenía algún teléfono de
masajista, ya que me imaginaba que otros clientes llamarían por estos
servicios. Me contesto que no tenía ningún teléfono relacionado con eso. De ahí
le conversé un poco de que en la capital era común eso, y ella me contestaba un
poco cohibida pero siempre amable. Yo estaba excitado, con el falo erecto por
la conversación, así que de a poco me comencé a correr la paja suavemente. Entonces,
aunque estaba nervioso, me decidí y le pregunté porque no me daba ella el
masaje, que yo se lo pagaría. Ella amablemente me dijo que no, que lo lamentaba
mucho pero que no sabia hacerlo, le insistí también amablemente, explicándole
que era solo un masaje simple para relajarme. Siguió negándose pero siempre
amable, yo insistía, que no se preocupara porque no supiera hacerlo, que yo le
diría como, que le pagaría igual que lo que costaba un masaje en la capital, en
esto percibí que dudo un poco y le insistí en forma mas vehemente hasta que
dijo que bueno, pero que tendría que ser en una hora mas, cuando terminara el
turno. Yo ya estaba muy caliente y con la pichula durita en mi mano, así que le
dije que subiera al tiro, que solo serian diez o quince minutos, bueno me dijo,
cierro acá y subo.
Continúa.
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