lunes, 29 de abril de 2013

Cartas desde mi infierno (9)



“Vosotros, hombre del pene, erguid el pene, ponedlo en actividad frenética, retozad en pos del botín, empujadlo hasta el límite y hacedlo eyacular”. El Rig-veda (Antiguo texto sagrado de la India, escrito en sánscrito).

Pero veamos ahora amada mía cuales son realmente esos “sentires especiales”, esas secretas perversiones de un macho que se arde solitario en su propia hoguera. No son nada que vaya más allá de los limites de la sexualidad normal, no transgreden barreras morales no afectan a otras personas, se trata simplemente de que me excita ver vergas, así de simple, y esa excitación instintiva  me lleva a la masturbación, al goce intimo y solitario del dios Onán. En los inicios de esta obsesión me excitaba verlas durante el coito, pene/trando una vulva o un ano, o siendo mamadas por una mujer, nunca hombres, pero de a poco ese placer visual fue derivando a una focalización explicita hacia el pene, a ver y gozar ente un miembro viril solo, ya sea erecto e imponente, o fláccido y tierno en su reposo, o cuando es masturbado por la mano de su dueño hasta la eyaculación. Me calienta ver un pene durante su erección, como va despertando, asumiendo una rigidez más y más intensa, como asoma y después aflora su glande con su brillante rosado carnal. También me provoca ver una verga lacia, blanda, pequeña, con su prepucio cubriendo el glande, ver como es manipulada, ver como se corre su forrito o comienza su erección. Me fascina ver esas vergas endurecidas, majestuosas, símbolos máximos de la virilidad, ídolos fálicos ancestrales, primitivos, disfruto observar la piel del tronco tensa, el tamaño y el grosor de ese músculo primordial. Los miro con detalle para apreciar la trama de sus venas, el largo del prepucio, la intensidad de su dureza y rigidez, y así me voy excitando, calentando en ese juego y un fuego erótico, y pronto me erecto y comienzo a masturbarme como hipnotizado ente el ídolo carnal. Si son fotografías voy viendo y comparando unas y otras, si es un video sigo alucinado los movimientos, hasta que me viene el goce y eyaculo imaginando que mi verga es la verga que estoy viendo, y siento esa suave dureza en mi mano masturbadora y los latidos de ese animal vivo que mi mano frota con desesperación. Eso es todo, no me imagino ni siento deseos que esos miembros me pene/tren, solo siento que me gustaría aferrarlos, masturbarlos, y alguna vez en el éxtasis del clímax siento que podría mamarlos para sentir en mi boca su imponente carnalidad. Pero igual me asquea pensar en que pudiera eyacular en mi boca. Este es mi rito fálico, una fantasía pervertida pero inofensiva, una búsqueda íntima y secreta del goce sexual pero solo a nivel mental. No sabría decir si en esos momentos de alta calentura frente a la imagen de una verga me siento como una mujer o no, quizás algo de eso aflora en mí, ese lado femenino que todos los machos tenemos. Quizás es algo que me queda por conocer de mis instintos.

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