“Vosotros, hombre del pene,
erguid el pene, ponedlo en actividad frenética, retozad en pos del botín,
empujadlo hasta el límite y hacedlo eyacular”. El Rig-veda (Antiguo texto
sagrado de la India, escrito en sánscrito).
Pero veamos ahora amada mía cuales son realmente esos
“sentires especiales”, esas secretas perversiones de un macho que se arde
solitario en su propia hoguera. No son nada que vaya más allá de los limites de
la sexualidad normal, no transgreden barreras morales no afectan a otras
personas, se trata simplemente de que me excita ver vergas, así de simple, y
esa excitación instintiva me lleva a la
masturbación, al goce intimo y solitario del dios Onán. En los inicios de esta
obsesión me excitaba verlas durante el coito, pene/trando una vulva o un ano, o
siendo mamadas por una mujer, nunca hombres, pero de a poco ese placer visual
fue derivando a una focalización explicita hacia el pene, a ver y gozar ente un
miembro viril solo, ya sea erecto e imponente, o fláccido y tierno en su
reposo, o cuando es masturbado por la mano de su dueño hasta la eyaculación. Me
calienta ver un pene durante su erección, como va despertando, asumiendo una
rigidez más y más intensa, como asoma y después aflora su glande con su
brillante rosado carnal. También me provoca ver una verga lacia, blanda,
pequeña, con su prepucio cubriendo el glande, ver como es manipulada, ver como
se corre su forrito o comienza su erección. Me fascina ver esas vergas
endurecidas, majestuosas, símbolos máximos de la virilidad, ídolos fálicos ancestrales,
primitivos, disfruto observar la piel del tronco tensa, el tamaño y el grosor
de ese músculo primordial. Los miro con detalle para apreciar la trama de sus
venas, el largo del prepucio, la intensidad de su dureza y rigidez, y así me
voy excitando, calentando en ese juego y un fuego erótico, y pronto me erecto y
comienzo a masturbarme como hipnotizado ente el ídolo carnal. Si son
fotografías voy viendo y comparando unas y otras, si es un video sigo alucinado
los movimientos, hasta que me viene el goce y eyaculo imaginando que mi verga
es la verga que estoy viendo, y siento esa suave dureza en mi mano masturbadora
y los latidos de ese animal vivo que mi mano frota con desesperación. Eso es
todo, no me imagino ni siento deseos que esos miembros me pene/tren, solo
siento que me gustaría aferrarlos, masturbarlos, y alguna vez en el éxtasis del
clímax siento que podría mamarlos para sentir en mi boca su imponente
carnalidad. Pero igual me asquea pensar en que pudiera eyacular en mi boca.
Este es mi rito fálico, una fantasía pervertida pero inofensiva, una búsqueda íntima
y secreta del goce sexual pero solo a nivel mental. No sabría decir si en esos
momentos de alta calentura frente a la imagen de una verga me siento como una
mujer o no, quizás algo de eso aflora en mí, ese lado femenino que todos los
machos tenemos. Quizás es algo que me queda por conocer de mis instintos.
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