miércoles, 7 de agosto de 2013

Cartas desde mi infierno (47)



Cuando tenía como 16 años, me tenía que quedar solo en la noche a cuidar la casa de una vecina cuando se iba a veranear. Ella me excitaba mucho porque era atractiva y sexy. Entonces en la noche sacaba su ropa interior, sus cuadros, sostenes y medias, me los ponía, rellenaba el sostén con otros calzoncitos de ella, y me masturbaba mirándome en un gran espejo que tenia en el dormitorio. Me imaginaba que era ella… me hice unas masturbaciones muy ricas así. Su ropa tenía aun rastros de su perfume, lo que me excitaba más aun. Sobre esta experiencia fetichista, bueno, yo tenia unos 15 o 16 años, y era un joven con muchos deseos sexuales no saciados con una mujer, estaba enviciado con la masturbación, todo me excitaba, fotos en revistas, conversaciones escuchadas sobre sexo, figuras artísticas desnudas, ver a los perros copulando, etc., mis fantasías eran tantas que no podía controlarlas, es de imaginar la tensión sexual en la que vivía, y encontrarme solo en el dormitorio de una mujer adulta que me gustaba y deseaba, y tener la posibilidad de tocar su ropa interior, sus cuadros y sostenes, con su perfume, uf!, primero me masturbe tocándolos y oliéndolos, y después me los puse para mirarme en el espejo e imaginarme que la miraba a ella. Más adulto he vuelto a repetir esta experiencia en algunas ocasiones. Después de esas experiencias fetichistas-masturbatorias, no volví a tener ocasiones ni deseos para vestir ropita femenina, hasta cuando llevaba unos siete años de casado, yo tenia uno 32 a 34 años, y estaba pasando una etapa de mi matrimonio muy intensa en lo sexual, y por ahí comencé a buscar cosas nuevas para condimentar el sexo con mi esposa, lo típico, videos triple x, ropita sexy, largas sesiones masturbatorias, hasta que se me ocurrió un día ponerme algo de esa ropita interior sexy, primero fueron solo los colaless, en ese tiempo eran bikinis chiquitos, y después un brassiere, y medias, hasta zapatos de tacos altos, pero mi esposa no disfrutaba siempre esas fantasías mías, y de a poco lo fui haciendo cada vez mas esporádicamente. Las experiencias eran mas bien cortas, en las que yo disfrutaba de sentir en mi cuerpo esa ropa sexy, me miraba en el espejo, pero todo a nivel personal, mi esposa no entendía mucho ese gusto mío, y mas bien esperaba pacientemente que yo terminara de “actuar”, sin participar más allá de lo que yo le pedía. Pero el bichito de lo travesti ya se me había despertado!, y cada vez que quedaba solo en casa por unos pocos días, por los viajes vacacionales de la familia, yo aprovechaba de vestir solitariamente esa ropita sexy, deambulaba por la casa así, con tacos altos, calzoncitos y brassiere, y por supuesto medias caladas o negras!, lo que siempre terminaba en ricas pajitas ante el espejo o  mirando algún video porno donde se vieran buenas y grandes vergas.

El Vizconde explorador

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