domingo, 11 de agosto de 2013

Cartas desde mi infierno (48)



La conocí por uno de esos sitios de contactos personales de Internet, teníamos varias cosas en común y rápidamente nos hicimos amigos y después amantes. Ella es separada y vivía sola en su departamento en el centro. Tenia 57 años muy bien llevados, era alta, blanca, de pelo claro, buen cuerpo y unas piernas largas y muy bonitas. A pesar de ser separada dos veces, y con cuatro hijos ya adultos, era muy recatada en lo sexual, aunque ardiente y liberal, su experiencia en el sexo era mas bien normal. De a poco la fui induciendo a buscar nuevas experiencias, a variar, a dejarse llevar por los instintos y por las fantasías. A los cinco o seis meses ya habíamos logrado un muy buen entendimiento en el aspecto sexual. Aprendió a masturbarse, se lo hacia yo al principio, después ella misma con su mano, y finalmente se masturbaba con un consolador que le llevé. Cuando yo viajaba, en la noche la llamaba y nos pajeábamos por teléfono. Un día buscando nuevas cosas que hacer ella estaba como otras veces chupando mi verga y de a poco se fue corriendo y comenzó a lamer mis bolas, yo gozaba estas caricias y lanzaba quejido de placer, esto la excitó más y más, hasta que termino por pasar su legua por mi hoyito trasero, yo me retorcía de gusto y le pedía mas, mas, entonces ella me toco con uno de su dedo y de a poco lo fue introduciendo, solo un poco, yo comencé a masturbarme como desesperado y así acabé con su dedo penetrándome y yo pajeándome muy rico. La siguiente vez ella me lamió el hoyito y me penetró un poquito con su lengua, para mi fue muy excitante sentir esas sensaciones nuevas y termine haciéndole lo mismo. Después todo esto era parte de nuestra rutina previa, junto con masturbarme mientras ella gozaba con el consolador. Estuvimos un tiempo así, hasta que un día, en que yo estaba muy excitado porque ella se había puesto una ropa interior muy sexy, le dije que me gustaría usar ese tipo de ropa para que ella fantaseara que estaba con otra mujer. Lo aceptó de inmediato, y me vestí con unos cuadros chiquititos y un sostén y unas medias, fue una experiencia muy rica, ya que jugamos un rato a ser lesbis y después ella, muy excitada me chupó el miembro y lamió mi hoyito, mientras yo la masturbaba con el consolador. En una siguiente vez, estábamos en lo mismo cuando le pedí que se pusiera el consolador, que era de un plástico blando y con forma y color iguales una verga, entre sus piernas y sujeto por el pequeño colaless que tenia puesto, de esta manera le quedó como si ella tuviera una gruesa pichula, en ese momento se desbordó mi fantasías y comencé a chuparle la verga, ella se calentó mucho al verme haciendo eso y yo aprovechando su calentura me puse en cuatro patas encima de la cama y le pedí que me metiera su pichula, eso desató en ella los deseos y comenzó a culiarme por atrás, aunque sin penetrarme porque el consolador era muy grueso, pero yo igual sentía la punta de esa verga en mi ano y me venía una grata y extraña sensación de ser poseído.
El Vizconde travesti.


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