jueves, 1 de agosto de 2013

Cartas desde mi infierno (45)



Cuando llegué a la capital, como no tenia acá amigas, lo primero que hice fue a buscar masajistas. Nunca me gustaron las casas de masajes donde hay varias niñas, para mi son vulgares prostibulos. Así que empece a buscar señoras maduras o no tan jóvenes, que trabajaran solas y que dieran masajes con alguna estimulación. Así le llaman a masturbar al cliente. La primera que me gusto fue Valeria, cincuentona, aseñorada, no muy atractiva. Había sido enfermera y hacia poco se había instalado en un departamento en el centro para dar masajes de relajación. Cuando hable con ella por teléfono me explico que eran solo de relax, en todo el cuerpo, sin masaje erótico. Fui de todas manera para ver. La primera vez me hizo solo un muy buen masaje de relajación, tenia un colchón en el suelo, y allí yo me tendí desnudo. Me masajeo todo el cuerpo, incluso la zona genital, pero sin tocarme directamente el miembro, si muy cerca de el, me rozo varias veces los testículos y el pene, yo estaba un poco cohibido y no me excite. Conversamos mucho de distintos temas y entramos bastante en confianza. La segunda vez, mientras me daba el masaje, yo desnudo tendido en el colchón, en la conversación llegamos al tema sexual, yo le dije que no me gustaban mucho las casas de masajes donde solo era sexo, pero que igual a veces un hombre necesitaba relajarse sexualmente, por ahí ella me dijo que entendía y era normal, que si quería me podía dar un masaje erotizante cuando terminara el de relax. Le dije al tiro que bueno. Así que cuando termino el de relajación, me puso boca abajo y comenzó a masajearme suavemente por todo el cuerpo, solo con la yema de los dedos. De a poco se fue acercando a mis genitales, y por ahí me tocaba a la pasada muy suavecito los testículos, a mi se me empezó a parar la verga con estos toqueteos. Cuando vio que ya me tenia bien caliente me hizo ponerme de espalda y siguió masajeandome muy suave y tocando a la pasada mi miembro, de vez en cuando lo agarraba con la mano le daba un apretoncito y hacia alguna broma…esto me fue calentando cada vez mas, cuando yo estaba ya muy caliente comenzó a masturbarme muy rico, mientras con la otra mano me sobaba los testículos. Me hizo acabar realmente muy rico. Desde esa vez continuamos con el erotizante después del de relax, con el tiempo comenzó a pasarme la lengua por el pico, después a chuparlo, en esto es experta!, también yo comencé a tocarla por encima de los cuadros, después ya se desnudaba y yo podía chuparle los pezones, la tetamenta como dice ella porque tiene una tetas muy grandes y ricas, y también comencé a tocarle el chorito, finalmente llegue a penetrarla y desde ahí comenzamos también a culiar de vez en cuando. Ella se calentaba pero rara vez llegaba al orgasmo, en todo caso me masturbaba y chupaba tan bien que hubo ocasiones en que ni siquiera la penetré, solo eyaculaba mientras me corría la paja.

El Vizconde masajeado.

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