“Creo que esta ultima carta
incompleta por cierto, tiene muchos puntos incoherentes, es como evadir
acciones lo que la hace no sentirle gusto al leerla, las otras que he leído las
disfrute mas claro, leo al poeta haciendo uso de sus letras para plasmar sus
experiencias 'mas reales, mas claras', no es literaria pero la encuentro muy
esquivadora de acciones, quizás te emocionaste mucho y no plasmaste todo tu
vivir, cuando puedas y tranquilo léela y analízala”. Casandra.
Mi amada Casandra, después de salir del delicioso
sopor que me produjo el maravilloso encuentro en nuestro secreto Amar, de la
embriagante sensación de haberte poseído y haberme entregado a ti, volví a leer
con atención tu comentario, y siguiendo tu consejo releí mi carta Nº 14, la leí
con mucha calma, como si no hubiera sido yo el que la escribió, y creo que
tienes razón en que es plana, poco emocionante, solo descriptiva, quizás algo
burda y sin poesía. He pensado y analizado el porqué de esto, y creo que hay
dos motivos que explican esto; uno es porque lo que relato no es una
experiencia netamente fálica, si no un mero trío de dos hombres con una mujer,
algo bastante común en la vida sexual de los hombres, de hecho yo ya había
tenido un par de experiencias anteriores de tríos similares estando con un
amigo y una mujer. Y segundo es porque la verdadera experiencia fálica viene en
la segunda parte, pero para que tú entendieras mejor la situación debía
contarte antes esta experiencia del trío con la Sra. Georgina y Juanito. Si te fijas,
prácticamente yo solo describo el pene de él, chiquito y delgado, y solo en
unos momentos a pedido de ella, y yo se lo tomé y masturbé un rato tal como él
a mí, pero en esos momentos no sentí nada muy especial pues yo estaba muy
caliente con la situación de estar dos hombres con una mujer, y no por tocar y
pajear un miembro viril. He tratado de recordar con detalle esa vivencia
precisa, y la recuerdo muy bien, pero de verdad no recuerdo haber sentido algo
por la verguita de Juanito. En esa época de mi vida tenía varias amigas con las
que tenía sexo cuando yo lo deseara, por lo menos unas cinco, incluyendo a la
misma Sra. Georgina, y aun no se me despertaba mi obsesión fálica, aunque si
reconozco que desde que comencé a interesarme por la pornografía, primero en
revistas y fotografías, y después en cintas de video, siempre miraba con
atención las vergas que aparecían. Espero que en la próxima carta esté plasmado
mejor mi vivir secreto, ya que como verás, en esa segunda experimentación está
quizás el origen o inicio de mi obsesión fálica, o ahí afloró por primera vez
desde el fondo de mis instintos, y fue también el despertar de ese lado
femenino que todos lo hombres tienen más o menos desarrollado.
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