CARTA SOBRE LAS CARTAS
“El poder de la palabra que
conmueve al cuerpo hace que la historia, el contexto en el que se desarrolla,
las ideas que plantea, penetren muy profundamente, quedando prendadas al
lector, que se identifica o distancia de la intimidad expuesta, pero que nunca
permanece indiferente; hasta el punto en que a veces se ve movilizado a apartar
las manos del libro y los ojos de la lectura para no volver a retomarla nunca
más o para satisfacer la necesidades y deseos de su cuerpo que late”.
Literatura erótica: Palabras que encienden. Natalia Ferretti.
Casandra, te escribo estas cartas con fervor, con
entrega total, abierto como las ultimas flores del verano, incluido en los
tiernos pliegues del Amar como un parásito que usufructa de sus bendiciones, de
sus comprensiones y de sus complicidades implícitas. No sé aun si me lees con
atención o curiosidad, o me lees entrelineas solo por saber que cuento y hasta
donde he traspasado los limites, o ya no me lees después de la primera o
segunda carta. No lo sé. A veces tu silencio sobre el tema, o la ausencia
absoluta de comentarios me hace pensar que ni siquiera abres estas cartas. O
también pienso a veces que me lees interesada en mis pecados para conocer más
de los oscuros secretos del objeto de tu Amar, y que ese silencio tuyo es por
vergüenza o pudor de reconocerlo, porque me ves pecador y tu no quieres pecar.
No lo sé. Y no me importa, te las escribo soñando que me leerás, que mis
palabras arderán en tus ojos y en tu cuerpo incendiándote del mismo fuego con
que son escritas. Y saber, creer, soñar que leerás cada palabra que escribo me
excita, suponer que tu imaginación reconstruirá cada escena con detalle, que tu
piel sentirá la intensidad de las sensaciones que van esparciéndose en las
frases que vas leyendo, que tu cuerpo se estremecerá al sentir en vaho ardiente
de mi aliento en tu oído al susurrarte estas confesiones despacito para que
nadie más las escuche. Me gusta conjeturar que allá en el fondo de tu ser, bajo
todos tus recatos y rectitudes de tu vivir, me entiendes, me comprendes, me
aceptas, y de alguna manera mágica compartes mis morbosas fantasías y te
gustaría decírmelo, hacerme sentir que mis cartas fluyen por tu cuerpo de
hembra mía y que cuando me lees te imaginas ahí, a mi lado, induciéndome,
incitándome, orientándome en esos tortuosos senderos del deseo con tu sabiduría
y tu madurez para que no cruce fronteras sin retorno o no vaya mas allá de lo
realmente prohibido. Y es que hay una morbosidad distinta, más pura e intensa
en soñar que me lees, que incluso llegas a disfrutar la lectura como yo la
escritura de esas misivas que te envío desde mi solitario infierno y desde mi
paraíso en ti. Y te seguiré escribiendo aunque no me leas pero soñando que me
lees porque así es el Amar que me ensañaste, lleno de fe en lo imposible.
Tu Valmon, esperándote.
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