martes, 28 de mayo de 2013

Cartas desde el paraíso (9)


CARTA SOBRE LAS CARTAS

“El poder de la palabra que conmueve al cuerpo hace que la historia, el contexto en el que se desarrolla, las ideas que plantea, penetren muy profundamente, quedando prendadas al lector, que se identifica o distancia de la intimidad expuesta, pero que nunca permanece indiferente; hasta el punto en que a veces se ve movilizado a apartar las manos del libro y los ojos de la lectura para no volver a retomarla nunca más o para satisfacer la necesidades y deseos de su cuerpo que late”. Literatura erótica: Palabras que encienden. Natalia Ferretti.

Casandra, te escribo estas cartas con fervor, con entrega total, abierto como las ultimas flores del verano, incluido en los tiernos pliegues del Amar como un parásito que usufructa de sus bendiciones, de sus comprensiones y de sus complicidades implícitas. No sé aun si me lees con atención o curiosidad, o me lees entrelineas solo por saber que cuento y hasta donde he traspasado los limites, o ya no me lees después de la primera o segunda carta. No lo sé. A veces tu silencio sobre el tema, o la ausencia absoluta de comentarios me hace pensar que ni siquiera abres estas cartas. O también pienso a veces que me lees interesada en mis pecados para conocer más de los oscuros secretos del objeto de tu Amar, y que ese silencio tuyo es por vergüenza o pudor de reconocerlo, porque me ves pecador y tu no quieres pecar. No lo sé. Y no me importa, te las escribo soñando que me leerás, que mis palabras arderán en tus ojos y en tu cuerpo incendiándote del mismo fuego con que son escritas. Y saber, creer, soñar que leerás cada palabra que escribo me excita, suponer que tu imaginación reconstruirá cada escena con detalle, que tu piel sentirá la intensidad de las sensaciones que van esparciéndose en las frases que vas leyendo, que tu cuerpo se estremecerá al sentir en vaho ardiente de mi aliento en tu oído al susurrarte estas confesiones despacito para que nadie más las escuche. Me gusta conjeturar que allá en el fondo de tu ser, bajo todos tus recatos y rectitudes de tu vivir, me entiendes, me comprendes, me aceptas, y de alguna manera mágica compartes mis morbosas fantasías y te gustaría decírmelo, hacerme sentir que mis cartas fluyen por tu cuerpo de hembra mía y que cuando me lees te imaginas ahí, a mi lado, induciéndome, incitándome, orientándome en esos tortuosos senderos del deseo con tu sabiduría y tu madurez para que no cruce fronteras sin retorno o no vaya mas allá de lo realmente prohibido. Y es que hay una morbosidad distinta, más pura e intensa en soñar que me lees, que incluso llegas a disfrutar la lectura como yo la escritura de esas misivas que te envío desde mi solitario infierno y desde mi paraíso en ti. Y te seguiré escribiendo aunque no me leas pero soñando que me lees porque así es el Amar que me ensañaste, lleno de fe en lo imposible.
Tu Valmon, esperándote.


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