DESDE LA OBSESIÓN
“Mientras que algunos con
trastorno obsesivo-compulsivo realizan rituales compulsivos porque
inexplicablemente sienten que deben, otros actúan compulsivamente a fin de
mitigar la ansiedad que deriva particulares pensamientos obsesivos”. Wikipedia.
Vuelvo una y otra vez a ti, desde las cloacas de mis
otros yo, porque soy el que te enseñó a sentirte mujer, el que abrió las
puertas de tu cuerpo y de tus deseos contenidos, y aunque no quieras saber de
ese yo mío porque te llevó todo lo tuyo desde un comienzo hasta tu inocencia de
mujer. Pero debes saber que yo soy el que acumuló de los otros yo sus pecados,
sus vicios y sus depravaciones, en mi habitan sus terribles y sucios demonios,
yo asumo sus debilidades y sus fantasías mas pervertidas para que cada uno de
ellos pueda vivir su vida formal y publica en paz consigo mismo, yo soy el que
gozo de su sexualidad oculta, de mirar fotografías de mujeres y travestís e
incluso machos, de ver imágenes pornográficas de todo tipo, yo soy lo mas
profundo de ellos, aunque ellos actúen como si yo no existiera yo siempre salgo
a la luz en sus errores, por eso siempre vuelvo a ti mi Casandra o Anamaria de ellos, porque yo soy el que
soy. Yo soy el de la obsesión por el pene, yo el que me masturbo ante la
imágenes de erectos falos, de portentosas vergas, de imponentes penes, el que
desliza la mirada fascinado ante esos ídolos de la virilidad, por sus gruesos troncos,
sus largos prepucios, sus glandes rosados y brillantes, el que se imagina
aferrando esos príapos con su mano sin que nadie lo vea y les corre su forrito
arriba y abajo masturbándolos en sus locas y perturbadas visiones eróticas. En
mí vierten sus sucias necesidades las máscaras de mi mismo, a mí acuden para
vivir relajados y saciados, yo satisfago las perversiones del mismo cuerpo
donde todos habitamos, desde el ciudadano formal hasta el sensible poeta
barroco, desde esa Linda imaginaria, ninfómana y exhibicionista engañadora de
machos ingenuos, hasta la Baronesa y su inquietante ambigüedad de genero, mitad
hembra en su alma mitad macho en su cuerpo, en la que pene y clítoris se
confunden en un solo órgano sexual, pero no gay porque no le excitan los
hombres como hombre si no como oculta mujer atrapada, desde el antiguo poeta
seductor de damas románticas hasta el anónimo Barón que canta su poesía a las
damas travestís como si persiguiera coloridas mariposas. En fin, yo soy el
siniestro monstruo de las tenebrosas profundidades del ser que lava los pecados
de permite a aquellas otras máscaras que vivan en la radiante luz de la
realidad.
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