martes, 14 de mayo de 2013

Cartas desde mi infierno (16)



“Otra fantasía que los heterosexuales nos negamos a aceptar pero también la tenemos, es el de ser mujeres, lo que no quiere decir que queramos cortarnos el pene y tener tetas, sino que nos atrae estar en su lugar, casi siempre nos imaginamos como mujeres promiscuas y ligeras de ropa (el dicho común es "si yo fuera mujer, sería bien puta"), otra vez pasivas y sumisas, disfrutando de placeres sexuales fuera de nuestro alcance”. Heterodudoso.

Hace casi diez años conocí por mail, en un grupo de citas a una mujer madura sesentona, muy simpática y sensual, intercambiamos mucha correspondencia y nos hicimos muy amigos, íntimos, ella vivía acá en Santiago y una vez nos juntamos y tuvimos relaciones, pero no cuajamos bien y no lo volvimos a hacer. Pero que seguimos siendo muy amigos, intercambiando fotos porno, mensajes eróticos y fantasías etc., una de estas fantasías compartidas era hacer un trío con un tercero o tercera. Un par de años después ella conoció a un hombre muy agradable, del sur, profesional, casado, maduro, cincuentón o poco más, formaron un pareja después de un tiempo fueron buscando nuevas experiencias, hasta que finalmente mi amiga lo convenció de hacer un trío conmigo. Ellos vivían en el sur y en uno de sus viajes acá convenimos en juntarnos. Yo arrendé un departamento por unas horas en el sector del centro y allí nos juntamos, el trato era de que yo seria inicialmente solo voyerista y les sacaría fotos, también podría masturbarme mirándolos, y ahí se iría viendo que más pasaba. El era un hombre bajo, delgado, velludo, de barba y poco pelo, muy simpático, un tanto tímido, de modales suaves con aires de profesor universitario, varonil y agradable. Una vez que ellos se fueron al dormitorio yo me desnude en el living completamente, y me acerqué a la puerta que ellos dejaron junta no cerrada, la entreabrí muy poquito y los miré en silencio, cuando me asomé sin que se dieran cuenta, ya estaban sacándose la ropa el uno al otro, yo los veía de lado, él estaba sin camisa y ella solo con la enagua, seguían besándose con muchas ganas y acariciándose por todas partes, en eso ella se agachó, le tomo la verga comenzó a chupársela, yo no alcanzaba a ver la verga, solo la veía a ella con sus manos y cara a la altura del miembro. Luego entré al dormitorio estaban los dos en la cama atravesados acariciándose eróticamente, no se daban cuenta de mi presencia, yo que entré con mi verga paradita me comencé a masturbar despacito, no para acabar si no para sentir gustito, así estuvimos un buen rato, yo después tomé la maquina y les saque algunas foto, ella me tomó la mano y la llevo a sus tetitas para que yo siguiera acariciándolas..., y también me tomo mi pichula y la masajeo un rato, yo estaba muy caliente, sentía mi verga muy erecta, y me excitaba más y más al verlos, en eso el se movió para chupar los pezones de ella, y vi su verga... uy!, era muy grande!, gruesa, rosadita, se veía dura, tensa, con su glande afuera y muy brillante, era un vergota espectacular!, como esas que se ven en las películas porno, uf!, y con unas bolas también grandes, redondas, llenitas, tenia pocos vellos púbicos, parece que se los recortaba, así que la pichula y sus testículos se veían imponentes! En ese momento me pasaron muchos deseos por mi mente, muchas locas fantasías, pero me contuve y seguí acariciándola a ella.
(Continua)

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