lunes, 20 de mayo de 2013

Cartas desde mi infierno (19)



TENTACIONES

“El pene: órgano sexual masculino y principal obsesión del hombre”. Eleonora Castelli.

Desde aquella ocasión del trío con mi amiga y su pareja, más de diez años atrás, no he vuelto a dejar salir mis encarcelados demonios, aunque la tentaciones han estado siempre rodando, persiguiéndome como una jauría de monstruosas vergas que rondan mis deseos ocultos, contenidos solo por mi voluntad, o porque mis ansias experimentadoras duermen saciadas por mi vicioso onanismo solitario. Un par de años después de esa experiencia, incitado por el recuerdo vívido del grueso miembro del amigo de mi amiga, un viaje de trabajo a la ciudad donde vivía Juanito traté de ubicarlo para repetir aquel juego fálíco, pero no pude ubicarlo. Ya no trabajaba en el mismo lugar y había cambiado de teléfono. En todo caso no insistí en su búsqueda porque mi deseo se enfrentaba a mi razón y el temor de abrir una puerta a lo gay me contuvo. Pasaron los años y de a poco fui descubriendo que podía satisfacer esos instintos fálicos a través de Internet, virtualmente, sin exponerme a infecciones ni amistades peligrosas. Así fui formando mi secreta colección de falos, alucinado por sus tamaños y grosores y formas, de vez en cuando me masturbaba mirándolos extasiados en su imponentes erecciones, o viendo videos de masturbaciones en primer plano, en que no se viera el rostro del macho, si no solo su verga y su mano. Otras veces jugaba a ser Linda la ninfómana y engañaba a hombres en Internet haciendo que me enviarán fotografías o videos de sus vergas a cambio de fotos de la falsa Linda, llegué a tener una buena colección de esos trofeos. También contacté anónimamente tres o cuatro hombres gay, maduros, `para ver si llegaba algo más con ellos, pero confirmé definitivamente que no me atraía la idea de las relaciones homosexuales. Todo siguió así por varios años, hasta que en enero de este año se me presentaros al mismo tiempo dos nuevas tentaciones insertas en la más pura realidad. La primera fue la posibilidad de intimar con un travestí madura, de closet, es decir que solo se viste de mujer en la intimidad, se llama Patricia Alondra. Y la segunda fue la incitación de una antigua amiga, también madura, Mariale, a participar en un trío con su pareja. Anduve varios días indeciso, con una lucha interior entre los demonios de los deseos fálicos y la conciencia de que podía resultar peligroso abrir otra vez esa puerta que ya creía clausurada y sellada para siempre. A Patricia Alondra la conocía personalmente porque la había visitado en su casa una vez, y no me había excitado, no me atrajo ni me despertó los deseos, así que en esa ocasión no paso nada, solo una grata conversación. Con Mariale habíamos tenido sexo dos o tres veces, y después nos alejamos amistosamente, con ella, antes de llegar a tener relaciones físicas, en el inicio de mi obsesión fálica y por mail jugábamos un ambiguo juego fálico en el que yo le enviaba fotos de penes y ella iba eligiendo los que más le gustaban y me explicaba el porqué, eso me excitaba mucho y creo que a ella también. Después de pensarlo mucho, y por las experiencias anteriores con Patricia Alondra y con Mariale decidí que no, que me era mas tranquilo y relajado saciar mis escabrosos instintos fálicos en la solitaria intimidad virtual. Había vencido las tentaciones.

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