TENTACIONES
“El pene: órgano sexual
masculino y principal obsesión del hombre”. Eleonora Castelli.
Desde aquella ocasión del trío con mi amiga y su
pareja, más de diez años atrás, no he vuelto a dejar salir mis encarcelados
demonios, aunque la tentaciones han estado siempre rodando, persiguiéndome como
una jauría de monstruosas vergas que rondan mis deseos ocultos, contenidos solo
por mi voluntad, o porque mis ansias experimentadoras duermen saciadas por mi
vicioso onanismo solitario. Un par de años después de esa experiencia, incitado
por el recuerdo vívido del grueso miembro del amigo de mi amiga, un viaje de
trabajo a la ciudad donde vivía Juanito traté de ubicarlo para repetir aquel
juego fálíco, pero no pude ubicarlo. Ya no trabajaba en el mismo lugar y había
cambiado de teléfono. En todo caso no insistí en su búsqueda porque mi deseo se
enfrentaba a mi razón y el temor de abrir una puerta a lo gay me contuvo.
Pasaron los años y de a poco fui descubriendo que podía satisfacer esos instintos
fálicos a través de Internet, virtualmente, sin exponerme a infecciones ni
amistades peligrosas. Así fui formando mi secreta colección de falos, alucinado
por sus tamaños y grosores y formas, de vez en cuando me masturbaba mirándolos
extasiados en su imponentes erecciones, o viendo videos de masturbaciones en
primer plano, en que no se viera el rostro del macho, si no solo su verga y su
mano. Otras veces jugaba a ser Linda la ninfómana y engañaba a hombres en
Internet haciendo que me enviarán fotografías o videos de sus vergas a cambio
de fotos de la falsa Linda, llegué a tener una buena colección de esos trofeos.
También contacté anónimamente tres o cuatro hombres gay, maduros, `para ver si
llegaba algo más con ellos, pero confirmé definitivamente que no me atraía la
idea de las relaciones homosexuales. Todo siguió así por varios años, hasta que
en enero de este año se me presentaros al mismo tiempo dos nuevas tentaciones
insertas en la más pura realidad. La primera fue la posibilidad de intimar con
un travestí madura, de closet, es decir que solo se viste de mujer en la
intimidad, se llama Patricia Alondra. Y la segunda fue la incitación de una
antigua amiga, también madura, Mariale, a participar en un trío con su pareja.
Anduve varios días indeciso, con una lucha interior entre los demonios de los
deseos fálicos y la conciencia de que podía resultar peligroso abrir otra vez
esa puerta que ya creía clausurada y sellada para siempre. A Patricia Alondra
la conocía personalmente porque la había visitado en su casa una vez, y no me
había excitado, no me atrajo ni me despertó los deseos, así que en esa ocasión
no paso nada, solo una grata conversación. Con Mariale habíamos tenido sexo dos
o tres veces, y después nos alejamos amistosamente, con ella, antes de llegar a
tener relaciones físicas, en el inicio de mi obsesión fálica y por mail
jugábamos un ambiguo juego fálico en el que yo le enviaba fotos de penes y ella
iba eligiendo los que más le gustaban y me explicaba el porqué, eso me excitaba
mucho y creo que a ella también. Después de pensarlo mucho, y por las
experiencias anteriores con Patricia Alondra y con Mariale decidí que no, que
me era mas tranquilo y relajado saciar mis escabrosos instintos fálicos en la
solitaria intimidad virtual. Había vencido las tentaciones.
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