jueves, 6 de junio de 2013

Cartas desde mi infierno (27)



“Felatio: f. Excitación de los órganos sexuales masculinos con los orales de la pareja”. TheFreeDictionary.

Sopesar en mi mano unos testículos grandes, peludos, llenos, sentir su consistencia sensible y caliente, con tres dedos de la otra mano asir el tronco de miembro viril en completa erección y subir y bajar lentamente el suave forrito pajeándolo parsimoniosamente un largo rato, luego empuñarlo con toda la mano, sentir su potente musculatura, su  dureza carnal, sus eróticas palpitaciones, apretarlo fuertemente y mantenerlo así atrapado en mi mano para ver como el glande se enrojece y tensa, y después comenzar a masturbarlo en un sube y baja lento pero sostenido con la intensidad de la masturbación de macho a macho. Ver excitado como la piel del prepucio cubre y descubre esa cabeza rosada, tierna y lustrosa, que incita a lamerla y a ensalivarla. Acelerar la paja hasta sentir que el falo palpita en cercanía de eyaculación y volver a una suave masturbación pausada para prolongar más y más el goce del macho. Entonces acercar mi boca al pene erguido y tocar con la punta de mi lengua la punta del glande, tocando delicadamente el meato urinario, seguir lamiendo ese balano por toda su tersa superficie, hurgando el tenso frenillo, recorriendo entera la corona, ese canalillo entre el tallo y la cabeza fálica. Seguir masturbando esa verga majestuosa mientras le voy dando periódicos apretones, y a la vez mis labios atrapan el glande introduciéndolo entre ellos como una delicada frutilla saboreando esa carne túrgida, henchida, palpitante. Luego ir permutando con calma la masturbación manual por la bucal felación, bajando la mano que pajea hacia la base del tallo endurecido y a la vez introduciendo el glande  y luego la porción superior del tronco en mi boca abierta en una “O” succionante, hasta que retiro mi mano y mi boca atrapa hasta donde alcanza la deliciosa verga endurecida. Y de ahí en más, chupar, mamar, sorber, succionar, engullir esa pichula con desatada delectación y codicia sexual. Mis manos retoman la acción y una de ellas acaricia nuevamente las bolas hinchadas y la otra introduce el dedo mayor en la florcita anal del macho como un pequeño pene insistente. De pronto en una metamorfosis instantánea mientras chupo ávida ese tieso pichulón me transformo en una enloquecida hembra mamona, en una caliente puta chupapico y mamo, sorbo, succiono, engullo la pichula pujante en un rito atávico, ensalivándola, apretándola entre mi lengua y mi paladar, atragantándome de dura verga, ahogándome con mi cavidad bucal llena de esa pichula hinchada, chupo, mamo, sorbo, succiono, engullo, chupeteo, hasta sentir las impetuosas pulsaciones eyaculatorias y un liquido espeso, quemante, me inunda la boca ahogándome en su obscena densidad sexual, lo recibo extasiado pero sin tragar y escurre lánguida por las comisuras de mis labios. Sigo chupando hasta extraer la última gota del néctar fálico, y espero quieto que la verga se reblandezca tímidamente en mi boca, luego la saco lentamente y escupo el semen que aun queda en mi violada cavidad bucal. Con mi mano sopeso el miembro viril ahora fláccido y le beso la puntita saboreando por última vez el resto de semen que aun queda asomado en el meato.
El Vizconde en pecado


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