“Felatio: f. Excitación de
los órganos sexuales masculinos con los orales de la pareja”. TheFreeDictionary.
Sopesar en mi mano unos testículos grandes, peludos,
llenos, sentir su consistencia sensible y caliente, con tres dedos de la otra
mano asir el tronco de miembro viril en completa erección y subir y bajar
lentamente el suave forrito pajeándolo parsimoniosamente un largo rato, luego
empuñarlo con toda la mano, sentir su potente musculatura, su dureza carnal, sus eróticas palpitaciones,
apretarlo fuertemente y mantenerlo así atrapado en mi mano para ver como el
glande se enrojece y tensa, y después comenzar a masturbarlo en un sube y baja
lento pero sostenido con la intensidad de la masturbación de macho a macho. Ver
excitado como la piel del prepucio cubre y descubre esa cabeza rosada, tierna y
lustrosa, que incita a lamerla y a ensalivarla. Acelerar la paja hasta sentir
que el falo palpita en cercanía de eyaculación y volver a una suave
masturbación pausada para prolongar más y más el goce del macho. Entonces acercar
mi boca al pene erguido y tocar con la punta de mi lengua la punta del glande,
tocando delicadamente el meato urinario, seguir lamiendo ese balano por toda su
tersa superficie, hurgando el tenso frenillo, recorriendo entera la corona, ese
canalillo entre el tallo y la cabeza fálica. Seguir masturbando esa verga
majestuosa mientras le voy dando periódicos apretones, y a la vez mis labios
atrapan el glande introduciéndolo entre ellos como una delicada frutilla
saboreando esa carne túrgida, henchida, palpitante. Luego ir permutando con
calma la masturbación manual por la bucal felación, bajando la mano que pajea
hacia la base del tallo endurecido y a la vez introduciendo el glande y luego la porción superior del tronco en mi
boca abierta en una “O” succionante, hasta que retiro mi mano y mi boca atrapa
hasta donde alcanza la deliciosa verga endurecida. Y de ahí en más, chupar, mamar,
sorber, succionar, engullir esa pichula con desatada delectación y codicia
sexual. Mis manos retoman la acción y una de ellas acaricia nuevamente las
bolas hinchadas y la otra introduce el dedo mayor en la florcita anal del macho
como un pequeño pene insistente. De pronto en una metamorfosis instantánea
mientras chupo ávida ese tieso pichulón me transformo en una enloquecida hembra
mamona, en una caliente puta chupapico y mamo, sorbo, succiono, engullo la
pichula pujante en un rito atávico, ensalivándola, apretándola entre mi lengua
y mi paladar, atragantándome de dura verga, ahogándome con mi cavidad bucal
llena de esa pichula hinchada, chupo, mamo, sorbo, succiono, engullo, chupeteo,
hasta sentir las impetuosas pulsaciones eyaculatorias y un liquido espeso,
quemante, me inunda la boca ahogándome en su obscena densidad sexual, lo recibo
extasiado pero sin tragar y escurre lánguida por las comisuras de mis labios. Sigo
chupando hasta extraer la última gota del néctar fálico, y espero quieto que la
verga se reblandezca tímidamente en mi boca, luego la saco lentamente y escupo
el semen que aun queda en mi violada cavidad bucal. Con mi mano sopeso el
miembro viril ahora fláccido y le beso la puntita saboreando por última vez el
resto de semen que aun queda asomado en el meato.
El Vizconde en pecado
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