“Alegoría, es una figura
literaria o tema artístico que pretende representar una idea valiéndose de
formas humanas, animales o de objetos cotidianos. La alegoría pretende dar una
imagen a lo que no tiene imagen para que pueda ser mejor entendido por la
generalidad. Dibujar lo abstracto, hacer «visible» lo que solo es conceptual”.
Wikipedia.
Casanda, Casandra silenciosa, sé que te escondes en
ese mutismo de virgen intocada desde donde mira a tu pecador abrumado por sus
fálicas fantasías donde lo punzante, lo erguido y lo erecto lo ocultan a tu ojos virtuosos como
si viviera escondido en un bosque quemado de gruesos troncos inhiestos. Y allí,
bosquimano onanista camina embozado entre fláccidos penes como añosos troncos
caídos entre pequeños hongos y callampas, o entre tiesos y verticales rollizos
endurecidos rodeados en sus bases por hirsutos matorrales como imponentes
vergas pene-trantes. O lo imaginas extasiado recorriendo un libidinoso muelle donde
recalan y anclan impúdicas naves de altos mástiles fálicos meciéndose al ritmo lento
e incesante de un masturbatorio oleaje. Y ahí, marinero sodomita, buscando en
las oscuras calles prostibularias del vicioso puerto un anónimo miembro viril o
la tierna pichula de una delicada travestido para iniciar antes de la fría
madrugada los ritos iniciales de antiguos juegos de machos sin hembras. O lo
ves como un estremecido guerrero enfrentado desnudo y sin escudo en una lucha
cuerpo a cuerpo a una cohorte de duras y carnales lanzas de roma y rosada punta
que buscan pene-trar su cuerpo esquivo. Aquí, en tu visión de amorosa madre
incestuosa, observas acontecida como él lucha con la tentación de un fálico
suicidio y correr embravecido contra ese combativo frente de punzadoras pértigas
y dejarse herir pene-trar violar hundiéndose en el delirio de su enloquecida
fantasía. O lo asumes hierofante del Templo, sumo sacerdote del culto de Falo,
donde el miembro viril es más que el genital del hombre, mero órgano dedicado a
la copulación y a la excreción urinaria, y generosa fuente de goce físico, si
no el potente símbolo universal de la fuerza, lo masculino, de la energía de la
vida y el fluir de la misma, símbolo imponente del poder del sexo (la
Naturaleza) sobre ser (la Mente), y donde han de rendirle serviles pleitesías las
esclavas y las doncellas, la meretrices y las vírgenes, y también los
pervertidos machos del rito. Tú, Casandra, sobrevuelas muda y discreta los
arduos territorios de mis oscuras obsesiones peneanas, esas comarcas de
elevados túmulos que semejan erectas pollas o pijas, de alzados monolitos
simulando erguidos chutos o picos, esos campos de altos obeliscos que remedan inquietantes
falos o lingams, esos prehistóricos paisajes lujuriosos de desafiantes menhires
que imitan obscenos príapos o coyomas, en fin, esos ardientes horizontes desérticos
con sus garbosos cactus saguaros pareciendo henchidos manguacos. Porqué tú eres la ungida, la elegida
entre muchas para acceder a la visión equivoca de la epifanía final del secreto.
Tu Vizconde asumido.
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