miércoles, 12 de junio de 2013

Cartas desde mi infierno (30)



“Alegoría, es una figura literaria o tema artístico que pretende representar una idea valiéndose de formas humanas, animales o de objetos cotidianos. La alegoría pretende dar una imagen a lo que no tiene imagen para que pueda ser mejor entendido por la generalidad. Dibujar lo abstracto, hacer «visible» lo que solo es conceptual”. Wikipedia.

Casanda, Casandra silenciosa, sé que te escondes en ese mutismo de virgen intocada desde donde mira a tu pecador abrumado por sus fálicas fantasías donde lo punzante, lo erguido y lo erecto lo ocultan a tu ojos virtuosos como si viviera escondido en un bosque quemado de gruesos troncos inhiestos. Y allí, bosquimano onanista camina embozado entre fláccidos penes como añosos troncos caídos entre pequeños hongos y callampas, o entre tiesos y verticales rollizos endurecidos rodeados en sus bases por hirsutos matorrales como imponentes vergas pene-trantes. O lo imaginas extasiado recorriendo un libidinoso muelle donde recalan y anclan impúdicas naves de altos mástiles fálicos meciéndose al ritmo lento e incesante de un masturbatorio oleaje. Y ahí, marinero sodomita, buscando en las oscuras calles prostibularias del vicioso puerto un anónimo miembro viril o la tierna pichula de una delicada travestido para iniciar antes de la fría madrugada los ritos iniciales de antiguos juegos de machos sin hembras. O lo ves como un estremecido guerrero enfrentado desnudo y sin escudo en una lucha cuerpo a cuerpo a una cohorte de duras y carnales lanzas de roma y rosada punta que buscan pene-trar su cuerpo esquivo. Aquí, en tu visión de amorosa madre incestuosa, observas acontecida como él lucha con la tentación de un fálico suicidio y correr embravecido contra ese combativo frente de punzadoras pértigas y dejarse herir pene-trar violar hundiéndose en el delirio de su enloquecida fantasía. O lo asumes hierofante del Templo, sumo sacerdote del culto de Falo, donde el miembro viril es más que el genital del hombre, mero órgano dedicado a la copulación y a la excreción urinaria, y generosa fuente de goce físico, si no el potente símbolo universal de la fuerza, lo masculino, de la energía de la vida y el fluir de la misma, símbolo imponente del poder del sexo (la Naturaleza) sobre ser (la Mente), y donde han de rendirle serviles pleitesías las esclavas y las doncellas, la meretrices y las vírgenes, y también los pervertidos machos del rito. Tú, Casandra, sobrevuelas muda y discreta los arduos territorios de mis oscuras obsesiones peneanas, esas comarcas de elevados túmulos que semejan erectas pollas o pijas, de alzados monolitos simulando erguidos chutos o picos, esos campos de altos obeliscos que remedan inquietantes falos o lingams, esos prehistóricos paisajes lujuriosos de desafiantes menhires que imitan obscenos príapos o coyomas, en fin, esos ardientes horizontes desérticos con sus garbosos cactus saguaros pareciendo henchidos manguacos. Porqué tú eres la ungida, la elegida entre muchas para acceder a la visión equivoca de la epifanía final del secreto.
Tu Vizconde asumido.


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