Andrés Villa. Del grupo Masturbación Hombres Héteros.
Relataré cual era mi forma favorita de masturbarme
antes de casarme. Ahora no me es posible ya que tengo compañía en la cama, y no
me quejo, eso es genial y maravilloso, pero siempre añoraré esos momentos a
solas. Es cerca de media noche, estoy en mi habitación, ya no hay nada
interesante que ver en el televisor, permanezco despierto a la espera de que
todos en casa se dispongan a dormir. Las altas horas de la noche y el
aburrimiento hacen efecto en mí y comienzo a quedarme dormido. El sonido de una
puerta que se cierra me despierta y me doy cuenta de que mis padres se han ido
a la cama. Listo, ya no hay riesgos. El silencio de la noche es el peor de los
delatores, así que soy cuidadoso de no hacer ningún ruido cuando me dirijo a mi
cajón "especial", de ahí saco una botella de lubricante y la coloco a
lado de la cama, en donde la tenga a mano. Enseguida me desnudo por completo,
ya estoy con la verga dura y deseosa de recibir placer. Me recuesto en mi cama
y tomo la botella de lubricante, sin más espera dejo caer unas gotas del aceite
en mi verga y hecho un poco mas en mis manos, las froto, y luego las llevo a mi
sexo. Que placentero es ese primer contacto, el comienzo de lo que sabemos será
una paja monumental. Comienzo a recordar la platica de aquella tarde, esa que
me dejo tan caliente. La chica en el Chat era muy ardiente, no dejaba de
decirme que tenía ganas de comerse mi verga hasta sacarme toda la leche. Que
imágenes tan placenteras me producen aquellas palabras. Aquí estoy, envuelto
por el silencio de la noche, embadurnado en aceite caliente por la temperatura
de mi cuerpo. Tomo un poco más para llenar con el mis testículos, y continuo
con mi trabajo. Con una mano recorro toda la extensión de mi pene y con la otra
acaricio mis testículos, ansiosos por ser descargados. Poco a poco la
conversación de esa tarde se va de mi mente, ahora estoy excitado por el simple
hecho de estar gozando, por estarle dando placer a la persona que más quiero en
este mundo. Con una mano tomo mi pene por la base para mantenerlo firme,
mientras con la otra comienzo a acariciar la cabeza, que se desliza suavemente
por función del eficaz lubricante. Oh!! que delicia!, siento los espasmos de mi
cuerpo en reacción a tan intensa caricia en esa parte tan sensible. Me detengo.
Aun no es tiempo, todavía quiero seguir disfrutando. Dejo que mis manos
aceitosas recorran mi cuerpo, mis piernas, mi pecho, dándole un pequeño
descanso a mi sexo, permitiéndome mitigar un poco aquella excitación que no
tardaría en hacerme llegar al orgasmo. Una de mis manos sigue acariciando mi
pecho y pezones, y la otra se dirige a mis testículos, los toco, los acaricio,
los presiono suavemente, sólo lo suficiente para sentir ese pequeño dolor
placentero. Sopeso mis testículos en mi mano, haciéndolos saltar sobre la
palma, tomando, luego, el escroto entre la yema de mis dedos índice y pulgar
para darle un suave masaje circular. Bajo un poco y comienzo a acariciar la
zona entre el ano y los testículos, esto es muy placentero y lucho por contener
mis gemidos, por que sé que es fácil que me escuchen. Mi pene salta
rítmicamente con cada espasmo de mi cuerpo, veo como la cabeza esta tensa como
el cuero de un tambor, roja y que hay unas gotas cristalinas fluyendo a través
del orificio. Ya no puedo más. La mano que acariciaba mi cuerpo regresa a mi
pene y con la punta de mi dedo esparzo esas gotas cristalinas y viscosas sobre
la cabeza. Comienzo a recórrelo completamente, mi otra mano sigue acariciando
el perineo, presionando suavemente. Mi cuerpo se mueve casi de manera
involuntaria, estoy conciente de que ya no me podré detener. Lo siento cerca,
el placer se esta volviendo tan intenso que me es muy difícil contener mis
gemidos. Muerdo mis labios. Se que ya viene y rápidamente me acomodo para lo
siguiente: giro sobre mi espalda para que mis pies se recarguen en la pared,
trepo en ella quedando casi de manera vertical recargado en el muro, cabeza
abajo, con mi verga apuntando justo a mi cara. Mantener esta posición puede
resultar algo incomodo, pero ya no importa, estoy por terminar y esa pequeña
molestia es insignificante en comparación con lo que recibiré a cambio. Sigo
acariciando mi pene y testículos, cada vez con mas intensidad y velocidad, me
excita ver mi pene apuntando a mi rostro, sentir como se hincha cada vez mas en
mi mano, como se pone mas y mas caliente, mas y mas duro. Ya! ya viene!! lo
siento!, un orgasmo intenso que hace estremecer todo mi cuerpo. El primer
chorro descontrolado cae sobre mi mejilla. Es mío, es mi placer materializado,
mi energía sexual liberada, y no siento ninguna repugnancia por el. Recibo el
siguiente disparo de semen justo en mi boca. Paladeo ese sabor característico,
incomparable e inconfundible. Recibo las últimas gotas que caen lentamente.
Sólo lamento no tener la capacidad de alcanzar mi pene con mi lengua, para
poder dejarlo limpio. Suspiro satisfecho, haciendo un esfuerzo enorme por
volver a mi posición horizontal sin que mi cuerpo caiga de golpe por efecto del
repentino relajamiento de los músculos, mis brazos caen flácidos a mis
costados. Mis piernas tiemblan levemente. Mi pene reposa aun rígido sobre mi
abdomen. Con mi mano recojo de mi mejilla el disparo errado y lo llevo a mi
boca. Otro suspiro satisfecho. El sueño me llega como un golpe, tratando de
dejarme inconsciente, relajado. Sólo puedo dejar el lubricante a un lado, donde
no sea visto por la mañana y pueda esperar hasta q despierte para devolverlo a
sus sitio. Tomo una sabana y me cubro con ella. Y antes de darme cuenta estoy
dormido.