domingo, 30 de junio de 2013

Cartas desde el purgatorio (8)


Andrés Villa. Del grupo Masturbación Hombres Héteros.


Relataré cual era mi forma favorita de masturbarme antes de casarme. Ahora no me es posible ya que tengo compañía en la cama, y no me quejo, eso es genial y maravilloso, pero siempre añoraré esos momentos a solas. Es cerca de media noche, estoy en mi habitación, ya no hay nada interesante que ver en el televisor, permanezco despierto a la espera de que todos en casa se dispongan a dormir. Las altas horas de la noche y el aburrimiento hacen efecto en mí y comienzo a quedarme dormido. El sonido de una puerta que se cierra me despierta y me doy cuenta de que mis padres se han ido a la cama. Listo, ya no hay riesgos. El silencio de la noche es el peor de los delatores, así que soy cuidadoso de no hacer ningún ruido cuando me dirijo a mi cajón "especial", de ahí saco una botella de lubricante y la coloco a lado de la cama, en donde la tenga a mano. Enseguida me desnudo por completo, ya estoy con la verga dura y deseosa de recibir placer. Me recuesto en mi cama y tomo la botella de lubricante, sin más espera dejo caer unas gotas del aceite en mi verga y hecho un poco mas en mis manos, las froto, y luego las llevo a mi sexo. Que placentero es ese primer contacto, el comienzo de lo que sabemos será una paja monumental. Comienzo a recordar la platica de aquella tarde, esa que me dejo tan caliente. La chica en el Chat era muy ardiente, no dejaba de decirme que tenía ganas de comerse mi verga hasta sacarme toda la leche. Que imágenes tan placenteras me producen aquellas palabras. Aquí estoy, envuelto por el silencio de la noche, embadurnado en aceite caliente por la temperatura de mi cuerpo. Tomo un poco más para llenar con el mis testículos, y continuo con mi trabajo. Con una mano recorro toda la extensión de mi pene y con la otra acaricio mis testículos, ansiosos por ser descargados. Poco a poco la conversación de esa tarde se va de mi mente, ahora estoy excitado por el simple hecho de estar gozando, por estarle dando placer a la persona que más quiero en este mundo. Con una mano tomo mi pene por la base para mantenerlo firme, mientras con la otra comienzo a acariciar la cabeza, que se desliza suavemente por función del eficaz lubricante. Oh!! que delicia!, siento los espasmos de mi cuerpo en reacción a tan intensa caricia en esa parte tan sensible. Me detengo. Aun no es tiempo, todavía quiero seguir disfrutando. Dejo que mis manos aceitosas recorran mi cuerpo, mis piernas, mi pecho, dándole un pequeño descanso a mi sexo, permitiéndome mitigar un poco aquella excitación que no tardaría en hacerme llegar al orgasmo. Una de mis manos sigue acariciando mi pecho y pezones, y la otra se dirige a mis testículos, los toco, los acaricio, los presiono suavemente, sólo lo suficiente para sentir ese pequeño dolor placentero. Sopeso mis testículos en mi mano, haciéndolos saltar sobre la palma, tomando, luego, el escroto entre la yema de mis dedos índice y pulgar para darle un suave masaje circular. Bajo un poco y comienzo a acariciar la zona entre el ano y los testículos, esto es muy placentero y lucho por contener mis gemidos, por que sé que es fácil que me escuchen. Mi pene salta rítmicamente con cada espasmo de mi cuerpo, veo como la cabeza esta tensa como el cuero de un tambor, roja y que hay unas gotas cristalinas fluyendo a través del orificio. Ya no puedo más. La mano que acariciaba mi cuerpo regresa a mi pene y con la punta de mi dedo esparzo esas gotas cristalinas y viscosas sobre la cabeza. Comienzo a recórrelo completamente, mi otra mano sigue acariciando el perineo, presionando suavemente. Mi cuerpo se mueve casi de manera involuntaria, estoy conciente de que ya no me podré detener. Lo siento cerca, el placer se esta volviendo tan intenso que me es muy difícil contener mis gemidos. Muerdo mis labios. Se que ya viene y rápidamente me acomodo para lo siguiente: giro sobre mi espalda para que mis pies se recarguen en la pared, trepo en ella quedando casi de manera vertical recargado en el muro, cabeza abajo, con mi verga apuntando justo a mi cara. Mantener esta posición puede resultar algo incomodo, pero ya no importa, estoy por terminar y esa pequeña molestia es insignificante en comparación con lo que recibiré a cambio. Sigo acariciando mi pene y testículos, cada vez con mas intensidad y velocidad, me excita ver mi pene apuntando a mi rostro, sentir como se hincha cada vez mas en mi mano, como se pone mas y mas caliente, mas y mas duro. Ya! ya viene!! lo siento!, un orgasmo intenso que hace estremecer todo mi cuerpo. El primer chorro descontrolado cae sobre mi mejilla. Es mío, es mi placer materializado, mi energía sexual liberada, y no siento ninguna repugnancia por el. Recibo el siguiente disparo de semen justo en mi boca. Paladeo ese sabor característico, incomparable e inconfundible. Recibo las últimas gotas que caen lentamente. Sólo lamento no tener la capacidad de alcanzar mi pene con mi lengua, para poder dejarlo limpio. Suspiro satisfecho, haciendo un esfuerzo enorme por volver a mi posición horizontal sin que mi cuerpo caiga de golpe por efecto del repentino relajamiento de los músculos, mis brazos caen flácidos a mis costados. Mis piernas tiemblan levemente. Mi pene reposa aun rígido sobre mi abdomen. Con mi mano recojo de mi mejilla el disparo errado y lo llevo a mi boca. Otro suspiro satisfecho. El sueño me llega como un golpe, tratando de dejarme inconsciente, relajado. Sólo puedo dejar el lubricante a un lado, donde no sea visto por la mañana y pueda esperar hasta q despierte para devolverlo a sus sitio. Tomo una sabana y me cubro con ella. Y antes de darme cuenta estoy dormido. 

miércoles, 26 de junio de 2013

Cartas desde mi infierno (38)


(Una fantasía personal)

“La felación (del latín fellatio) es una forma de sexo oral que consiste en chupar o lamer el pene y el escroto con la boca, la lengua y los labios”. Wikipedia.

Todo comienza cuando el miembro viril está blandito y medio caído, entonces le empiezo a hacer caricias con la lengua caliente y húmeda y me lo voy metiendo a la boca despacito y voy sintiendo que empieza a crecer dentro de mi boca hasta que por su grosor mis labios no lo pueden contener más y empiezo a meterlo y sacarlo de la boca haciendo fricción con mis labios, al mismo tiempo que le acaricio los testículos, sigo hasta que tengo que sacarlo un poco ya que siento que me ahogo. Ahora empujo el prepucio por encima del glande e introduzco la puntita de mi lengua en la abertura del prepucio. Rodeo el glande con la punta de la lengua, mordisqueando y succionando suavemente la piel retirada. Sostengo el tronco del pene y utilizo nuevamente mis labios para estirar la delicada piel del forrito. Sigo hacia abajo hasta tener la totalidad del miembro en mi boca, vuelvo hacia atrás y uso mi mano para sostener el prepucio justo debajo del frenillo, de manera que puedo lamer todo el contorno del glande expuesto. Busco el frenillo y lo succiono y empujo ligeramente con mis labios y la lengua, y entonces envuelvo la corona del glande. Luego lamo el tallo del pene, tomo el pene con la mano, como si lo estuviera masturbando con mi dedo pulgar dirigido hacia el glande. Luego agarro el pene y lo lamo como si fuera un helado, formo un anillo con mis dedos alrededor de la base del pene, esto aumenta la erección y ayuda a controlar hasta dónde quiero que entre el pene en mi boquita. Respiro por la nariz y cubro los dientes con los labios para no raspar el pene con ellos.  Voy con mi boca haciendo movimiento hacia arriba y hacia abajo. Sigo después chupando el falo bien erecto. Cuando siento que no da más entonces meto la pichula entera en mi boca y la saco rápidamente repetidas veces. Y así voy alternando, hasta que sólo me dedico a introducirlo y sacarlo de mi boca ya sea chupándolo (como su fuera biberón) o friccionándolo con mis labios hasta que explota de placer y de pronto siento que eyacula en mi boca y el semen empieza a derramarse por las comisuras de mis labios, en ese mismo instante me siento toda una hembra puta y mi fantasía revienta como una burbuja de jabón.

El Vizconde imaginativo.

martes, 25 de junio de 2013

Carta desde el paraíso (14)



Nunca te olvido, no hay día en que no te piense y desee... y te busque en los recovecos de mi memoria. Muchas veces miro y miro tus imágenes, tu rostro, tus uñas, tu pelo, tu senos, ese nido que he lamido y penetrado tantas veces en mis secretas excitaciones..., muchas veces escucho tu voz en el bosque, tus susurros y tus quejidos cuando consumamos en esa clandestinidad vegetal el Amar en nuestras carnes ardientes, y cada vez el amor-deseo surge y se enciende en una hoguera cada vez mas alta. Y espero, busco por los días tu presencia, tu intensidad, tu cercanía, sin perder nunca la esperanza de ti. Te amo y deseo y siempre estaré en ti, amanezco besando tu boca, amándote, como hoy, en que desperté con el perfume de tu piel tatuado en la mía, y amaneció con tu aroma, con la tierna tibieza de tu cuerpo mío, poseído con la intensidad de ese juego voluptuoso de madre-hijo incestuosos escondidos en el paraíso que ellos construyeron con el Amar. Y en la mañana de ayer estuve releyendo y reviviendo todas esas sensaciones que vivimos solitarios en nuestro pequeño mundo, donde nos amamos y deseamos lejos del mundo hostil e indiferente. Y me sentí otra vez en tu cuerpo mío, entre tus brazos, entre tus pechos aferrado a tus pezones, fui otra vez tu bebe y tú mi mami, acaricié y lamí otra vez tu cuerpo de hembra-madre, me hundí en tu carne ardiente y allí fui macho-niño en la consumación maravillosa de nuestro Amar. Te amo Casandra mía, no me canso de sentirlo y decírtelo, soy tan tuyo que me faltas siempre. Ya veras que todo ha cambiado, créeme, ahora estoy dedicado solo a ti, quiero darte tranquilidad y alegría entre todos tus problemas, ser tu descanso, tu entretención alegre, sí, por eso siénteme solo tuyo porque siempre estoy ahí contigo, porque quiero que te sientas tranquila y segura conmigo, quiero abrazarte y cobijarte, que te duermas tranquila en mis brazos, sí amada, todo en ti, porque eres mía, muy mía, tu cuerpo, tu alma, tu mente, tal como tu me posees entero, amada, soy feliz perteneciéndote, amor, te amo, beso tu boca con amor y ternura, suavemente, amada... estoy ahí, a tu lado acariciando tu pelo, acariciando tu rostro, dándote mi calor y mi cercanía, susurrando en tu oído: te amo te amo, y te beso con pasión, te aprieto contra mi pecho, te acurruco con mi cuerpo, sí sí amada te doy todo mi Amar, te poseo con el Amar mas puro, eres tan mía, ah amada... que puedo desde acá darte un beso ardiente para que te dure todo el día en tu boca.

Tu Vizconde embrujado

lunes, 24 de junio de 2013

Carta desde el paraíso (13)


Pero hay más aun entre nosotros, también existe esta impetuosa comunicación, que yo siento plena, absoluta, abierta como sí estuviéramos abrazados desnudos sobre el lecho, un conexión intensa como un largo beso de amor en que las lenguas se entrelazan y se beben las salivas con la sed desesperada de fundirse en un solo ser, como un acto sexual sublime que florece en gritos y quejidos, en estertores y retorcimientos, en goce y entrega. Porque siento que me has dado tu virginidad ética, que te he desflorado con mis palabras, que he roto ese delicado himen que guardabas intocado para mí en una dulce violación lenta y tranquila, hundiéndome en tu cuerpo como un príapo construido con carnales y pervertidas cosas que desconocías, que incluso ni imaginabas que pudieran suceder o pensarse, te he pene-trado con mi obsesión como si fuera un falo abriendo tus labios vaginales, irrumpiendo en tu vagina, llenándola de mi semen mental, de la densa leche de mis fantasías. Aquí somos por mi escritura y tu posible lectura como dos caracoles que hacen el amor en la verde y húmeda grama, al amanecer de una primavera secreta, embebidos en sus babas, trenzados en un coito salvaje, lubricado, lascivo y genital, y en el que ambos son macho y hembra a la vez, urgidos por sus sexos pene-trantes o receptivos, duales, atrapados en un rito sórdidos momentos de enternecido clímax. Y todo se mezcla en el ámbito voluptuoso de la copula ambigua, donde el que escribe pene-tra en la que lee con su verbo erecto, y la que lee pene-tra en la mente del que escribe a través de la imágenes que describe, de sus ideas y de sus fantasías desnudadas en palabras. Es que este vínculo es como un oleaje depravado que arremete una y otra vez contra los altos muros de tu pudor, es como una erótica danza a medianoche en el bosque de los deseos, y ambos bailamos en torno a un inmenso falo iluminados por el fuego de la hoguera de mis perversiones. Y ahí, solitarios y desenfrenados, desnudos y sudorosos, nos entregamos a nuestras locas fantasías, yo con aspavientos de fauno en celo y tú con el recato de ninfa que busca tímida asustada su desfloración. Y el pene se alza orgullosamente erecto como símbolo del virginal sacrificio, y una flor escondida late y se abre tierna y ceñida esperando el empotramiento fálico, y las altas llamas alumbran antes de la madrugada la carnal consumación. Y sigo excitado escribiendo para tus ojos y tú sigues haciendo como que me lees, ruborizada por los reflejos de mi fuego que te alcanza.
Tu Vizconde hechizado.


domingo, 23 de junio de 2013

Carta desde el paraíso (12)


Mi Casandra:
Te amo desde lo más profundo de mi ser, te amo con la certeza de que eras tú la que busqué por tantos años y tantos lugares, te amo con la convicción de que tu viniste a mí porque yo te necesitaba, así, tal como eres, con tu Amar en plenitud, con ese Amar que me enseñaste desde un principio de lo nuestro como algo distinto, diferente a todos los otros amores que yo había vivido, y aprendí que ese Amar es más que el amor, es una entrega total, una fuerza arrebatadora, una marea portentosa que arrastra hasta una isla maravillosa donde se vive en un paraíso eterno, sin final, continuo, sumergido en la ternura infinita de los brazos del ser amado. Y ese Amar es a la vez la felicidad de amar y la tranquilidad de ser amado, es la unión de dos almas que se buscaban, es la fusión de dos cuerpos en un solo ser, único, donde confluyen las soledades de los años antes de ese nosotros. Y los días son más claros, más alegres sabiendo que me amas y que te amo, que nos amamos a través de la distancia, las rutinas de nuestros días, las penas y los dolores de nuestras vidas afuera de nuestro Amar. En ti he encontrado más que la mujer, más que la amante, más que la amiga, más que la musa, más que la persona que respeto y admiro, en ti estaba la madre que busqué desde siempre, la madre que ama y acepta a su hijo tal como es, con ese cariño sublime, ese amor maternal que posee la dulce tibieza del vientre que me acunó antes de que partiera a vivir mi vida. Te amo con la pasión de un naufrago perdido, con la delicadeza del que ha encontrado después de mucho tiempo de exploraciones inútiles al ser que justificará para siempre su vida. Y quiero que ese amor que siento por ti te llegué como una brisa perfumada que te invada de intensa calma, de quieta paz, de esa alegría que se siente cuando sabemos que alguien nos ama. Quiero que vivan cada día vestida con mi ternura, respirando mi aire, viendo el mundo con mis ojos, con mis besos siempre en tus labios, que me sientas ahí a tu lado, cuidándote, apoyándote, dándote la fuerza para enfrentar cada uno de tus desafíos, a tu lado como una sombra que te ayuda a encontrar la felicidad en medio de las tristezas, las desesperanzas, y el cansancio. Quiero que sientas en la piel que te amo, que soy tuyo, que eres mi amada dueña, que eres única y eterna en mí Amar.

Tu Vizconde

sábado, 22 de junio de 2013

Cartas desde mi infierno (37)


Nudismo fálico 3

Un par de meses después me fui a vivir solo a un departamento. Por contacto con una amiga con la que yo tenia una relación, contrate a una señora para hacer las cosas, lavar, cocinar y el aseo. No recuerdo su nombre, pero era una gorda inmensa, de unos 45 años, muy gorda y muy ordinaria para hablar, eso si muy simpática de personalidad. Yo ya estaba con la del bandido y le metía conversa de temas medios escabrosos, de a poco ella fue entrando en confianza y me contaba sus cosas, con garabatos y todo. Era separada pero tenia de pareja a un hombre mas joven, vivían en un barrio marginal, en una casa muy pobre, y en ella vivían sus hijas, yernos, nietos y otros parientes, todos hacinados. Bueno, ella me contaba cosas más para la risa que eróticas, por ejemplo, que no podía culiar tranquila porque todos escuchaban, y lo mismo cuando lo hacían sus hijas, o que había un yerno que no le gustaba porque andaba en slips por la casa y a veces cuando se sentaba se la salía su cosa… y no era que le molestara verlo –me dijo- sino que habían niños chicos! Bueno, que me dijeron!, le dije embromando, o sea que yo puedo hacerlo porque aquí no hay niños!, pero claro me dijo riéndose vivaracha, además Ud. es el dueño de casa… Bueno pues, el sábado siguiente cuando llegó en la mañana yo estaba acostado aun, y cuando me dijo si me servia el desayuno en cama o en el comedor, le dije que en el comedor, y me levante completamente desnudo y me fui a sentar al comedor. Cuando me vio se largo a reír como si nada, que rico dijo, me toco cuarteo!, y desde ahí siempre yo andaba pilucho cuando estaba ella. Una vez que hacia mucho calor le dije, si quiere puede sacarse un poco de ropa, que bueno me dijo, lo había pensado pero me daba vergüenza. Y se saco solo la blusa, quedo con una falda y arriba la enagua transparente y debajo un sostén blanco, tenia unas tetas inmensas!, el sostén apenas le cubría la mitad de los pechos. Seguimos así unos días, hasta que por ahí nos pusimos a conversar de sexo otra vez, yo pilucho y ella con falda y sostén, sin la enagua, le mostré unas revistas porno que tenia y ella se reía mirándolas, esto ya lo hice, esto no, decía riéndose!, yo me fui calentando con la situación y se me paro el miembro, y por ahí le dije, sabe, estoy muy caliente, me miro la pichula parada y me dijo; si, ya me di cuenta, pero no podemos patrón, yo respeto mucho a su amiga!. No pude convencerla, por ahí le dije que entonces me iba a tener que masturbar porque no podía quedarme así, hágalo, me dijo, le pedí que me mostrara sus senos para excitarme mas y me dijo; es que me da vergüenza, como insistí, al final accedió y se saco el sostén dejando sus tremendas tetas al aire, yo comencé a masturbarme de inmediato delante de ella y ella me miraba sonriendo, me decía cosas como; esta rico?, le gustan mis tetas?, hasta que acabe ahí mismo, entonces ella con toda naturalidad fue al baño y trajo confort para que me limpiara! Seguimos así unas semanas, yo me hice varias veces la paja delante de ella mientras me mostraba sus grandes tetas, pero nunca paso nada más. Un tiempo después tuvo que dejar el trabajo porque se enfermo una hija y debía cuidar a los niños. De ahí me cambie a mi propio departamento y contrate a otra señora.

El Vizconde exhibicionista.

viernes, 21 de junio de 2013

Cartas desde el paraíso (11)


Casandra mía, mi deseada Casandra, los demonios no han obligado a pasar a la clandestinidad, a ocultarnos en la selva de Internet, por eso te envío ahora estas cartas de obsesión desde este sitio donde se inició el fuego que nos consume. Y las envío con la esperanza de que las seguirás leyendo, ahora escondida esos otros ojos que te persiguen como una jauría en desesperado celo, las envío como si las tirara al mar en una botella que buscará la playa solitaria donde tu la recogerás y sabrás que son para ti. Porque el Amar persiste más allá de las barreras y las limitaciones, porque como el musgo se agazapa latente para reverdecer en la próxima humedad. Y es más, mi obsesión aumenta en su intensidad ante las oscuras adversidades, y más me calienta escribirte de mis perversiones y mis fantasías fálicas sabiendo que me leerás encubierta, como si eso aumentara el pecado, con un morbo más delicioso sabiendo que al hacerlo estas burlando al demonio que te acosa. Y sientes que te ríes de ese perseguidor patético cuando me imaginas mirando extasiado imponentes vergas erectas, tiernos falos fláccidos, delicados penes de shemales, disfrutando sus envergaduras, sus suaves prepucios, sus rosados glandes, y al compartir esas obscenidades estas ganándole el juego. Ven, acércate más a mi, acurrúcame entre tus brazos como una madre incestuosa, hembra maternal y sexual a la vez, déjame apretar ese pezón entre mis labios, déjame ser tu bebé macho, déjame hundirme en el canalillo de tus pechos, deja que tu mano tibia tome mi pene y tiernamente lo acaricie hasta la erección, mastúrbalo, apretújalo, corre y descorre su prepucio hasta que sientas mi semen escurriendo por tu mano. Aférralo como el mástil de una bandera de venganza contra ese pasado acosador. Ven a compartir conmigo el rito de la masturbación en el templo de dios Onán para quemar el incienso de la liberación. Toda lujuria confluye ahora en esta complicidad clandestina, libidinosa, la antigua imagen de tu vulva húmeda y de tu pezón cercado por tu mano, mi masturbación ansiosa ante esas visiones del paraíso y también ante los endurecidos falos de mi vicio, en una fusión inquietante y ambigua como dos ríos que se unen para formara un solo torrente que arrastra mis deseos hasta el incandescente océano de una laxa saciedad. Que importa si la triste bestia que te hostiga lee estas cartas y se retuerce en su babosa envidia, y grita y desespera deslumbrado por el Amar que nunca logrará vencer, si tu y yo habitamos felices un Universo que para él es ajeno e imposible.

El Vizconde clandestino.

jueves, 20 de junio de 2013

Cartas desde mi infierno (36)



En el norte, hace como veinte años, cuando recién quede solo, aun en la casa, la empleada, era una morenita bajita y no muy agraciada, de unos 35 años, se quedó hasta que yo pudiera enviar los muebles a la familia, era verano y yo estaba de vacaciones. Entonces, en las tardes, después de almuerzo cuando comenzaba el calor, yo me sacaba la camisa y andaba en puros short, incluso sin slips, así me calentaba que ella me viera. Bueno, ella era bien simplona, o se hacia, nunca me dijo nada ni se enojaba, de a poco fui usando los short mas abajo, hasta que se me veían los vellos. Hasta que un día que yo estaba bien caliente y hacia mucho calor en la mañana, la esperé desnudo haciéndome el dormido en el dormitorio, tirado encima de la cama, ella entró al dormitorio a hacer la cama pensando que yo había salido y me vio, yo hice como que despertaba y me tape mi miembro con la mano, de puro nervioso no lo tenia parado!, y ella salio pidiendo disculpas, bueno, ese día después de almuerzo hacia mucho calor, y me saque los short y me fui al living, y me senté a leer el diario así, completamente desnudo! En una de esas ella entro al living y me miro, se puso colorada y como que huyó para la cocina asustada, yo fui tranquilamente para allá y le dije; tranquila si no la voy a violar, es que hace mucho calor y además usted ya me vio todo, y somos adultos no? Ella me contesto media corrida; sí… es que me da vergüenza. Le dije muy calmado; esta bien, no se preocupe, la entiendo. Y desde ese día yo andaba por la casa desnudo tranquilamente, y ella como si nada, un par de veces intente algo con ella pero se corría…, aunque nunca fui directo en mis intenciones, para ser franco me excitaba mas el mi exhibicionismo que tener sexo, pues tenía otras amantes que veía a diario. En todo caso yo andaba caliente todo el día!, y mi pichula se me paraba a cada rato, ella nunca la vio parada eso si, después cuando se iba en la tarde, o a veces en el día en el baño, yo me hacia unas pajas muy ricas!, toda esa situación me excitaba mucho, que ella me viera mi pico, todo eso, aunque nunca sentí un deseo muy grande de estar con ella, de hecho no me gustaba.
El Vizconde exhibicionista.


miércoles, 19 de junio de 2013

Cartas desde mi infierno (35)


Casandra mía, como explicarte que este extravagante juego en que yo te escribo estas cartas pervertidas asumiendo que las lees, y tú las lees sin decírmelo ni comentarlas ni responderlas, se me ha ido convirtiendo en una necesidad obsesiva, es una secreta vertiente donde se vierten y fluyen mis contenidas ansias sexuales, una salida síquica y física a mi desolada abstinencia. Eres divina musa y a la vez la terrestre hembra poseída hasta la saciedad, en ti anidan mis deseos más oscuros, más depravados, más perturbadores, todo lo sexual que me habita gira entorno a ti, es como si a través de las ardientes palabras y las intimas confesiones te violara, te abusara, violentara tu alma hasta ahora intocada por estas morbosas perversiones. Cuando te escribo soy un degenerado exhibicionista que se muestra impúdico desnudo ante ti, cuando me lees eres una voyerista viciosa, que sabe que peca pero no puede evitar mirar excitada mis locas impudicias. Sé que todo esto va contra tu virtud de virgen seria y formal, sé que te inquieta y perturba asistir a este rito diario de leerme como escondida, como si estuvieras transgrediendo tus límites morales y éticos, sé que nunca imaginaste atravesar las ciénagas de las fantasía de un macho distinto, pero no puedo evitar exponerte a mis vicios, a mis erotísimas fantasías sobre el falo, a mis equivocas vivencias en busca de alcanzar a tocar ese símbolo viril, a las exploraciones por los inquietantes senderos de los velados rincones de mi sexualidad femenina para encontrar y entender los orígenes de mi obsesión por las vergas. Y mi fantasía confunde lo real con lo imaginado, hace desaparecer las distancias y los tiempos, borra las censuras y los recatos, libera y desata, y me veo masturbando un miembro viril erecto, duro, imponente, y tú me miras con ojos embelesados, y sé que ambos estamos en el mismo éxtasis, y me veo mamando una verga tierna de prepucio largo, de brillante glande rosáceo, y tú me miras con ojos desvergonzados y sé que gozamos del mismo placer, y me veo pene-trado por una pichula erguida y punzante, y tú me miras con ojos lujuriosos y sé que estamos allí muy juntos y solos, y que el macho que me viola es solo un instrumento de nuestros voluptuosidad compartida. Pero todo es producto de mi imaginación fálica, tú estás ahí, envuelta en el pudor de tu silencio, comprendiendo y aceptando mis delirios porque el Amar todo lo justifica y limpia, convirtiendo mis desvaríos en rojas amapolas en un campo de albos lirios, como una madre observando a su hijo macho en su inevitable transición sexual, y todo se convierte en ese pecado que está en la esencia sexual de todos los hombres, el incesto.
El Vizconde ensoñado.


martes, 18 de junio de 2013

Cartas desde mi infierno (34)



Hace diez años compré un conventillo como parte de mis inversiones en bienes raíces. Conventillo es un tipo de vivienda urbana colectiva, donde cada cuarto es alquilado por una pequeña familia o por una persona sola. Tiene 6 piezas para arrendar, hace unos meses, después que se fueron las dos arrendatarias comencé a ir al conventillo mas seguido, primero a limpiar y ordenar un poco las piezas desocupadas, y después simplemente para estar solo en esas piezas vacías. Entre las cosas interesantes que encontré fue que Rosa, una arrendataria de las que se cambió, muy tetona y vulgar, había dejado algunas de sus ropas muy usadas; dejó una falda larga y un vestido suelto agitanado como camisola de vestir y unos suecos. De inmediato se despertó el instinto travestí de la Baronesa y pensé ponerme esas cosas para calentarme y sentir en mi piel esa sexualidad vulgar y exuberante de la Rosa. Por eso dejé para mí una de las piezas. Tiene una mesa, una silla, un sofá y un mueble tipo ropero. Así que de vez en cuando me voy allá con la idea de hacer alguna cochinada; practicar el nudismo casero que me encanta, pajearme solo y tranquilo viendo en mi MP4 algunos videos porno, y/o usar la ropa de la Rosa. Entró en mi pieza, cierro por dentro y me desnudo completamente, a veces para partir calentándome me visto con la camisola de vestir y los suecos. En otras ocasiones me quedo sentado cómodamente, desnudo viendo videos y a pajeándome tranquilo hasta que acabo. Luego me visto y me vuelvo a la casa muy relajado. Hay una sensualidad especial, intensa y morbosa, en andar desnudo por un lugar ajeno a nuestro ámbito normal y rutinario, sabiendo que afuera hay otras personas que ni se imaginan que uno está desnudo, manoseando su verga, masturbándose tranquilamente, o simplemente sentado relajadamente. Me gusta mucho andar desnudo por la pieza, me recuerda cuando viví solo en el norte un par de años y practicaba todos los días el nudismo casero. Además de jugar al exhibicionismo con algunas de las señoras que me trabajaron de sirvientas. Esa mezcla de nudismo exhibicionista tiene un morbo exquisito pero solo me he atrevido a practicarlo en condiciones caseras y con aquellas damas en las que confiaba y me conocían bien, que sabían que se trataba de un juego inofensivo del patrón, que era una persona respetuosa y decente.  

El Vizconde nudista.

domingo, 16 de junio de 2013

Cartas desde mi infierno (33)


Casandra, como te conté hace un tiempo, hace ya como cinco años que mis relaciones físicas con mi esposa han ido disminuyendo rápidamente, y desde hace como dos años son prácticamente nulas, a veces pasan meses sin que tengamos ningún tipo de contacto sexual. Ella nunca fue muy ardiente, ni necesitaba de sexo en forma periódica, era yo el que la tenia que motivar, lo que no siempre lograba, cuando yo era joven y vivía siempre necesitando sexo la podía excitar, pero con los años me era cada vez mas difícil hacerlo y nunca he querido forzarla ni obligarla. Me cuesta enfrentar que quizás mi señora ya no quiere más sexo en su vida, cumplió 60 años, en cambio al contrario de otros hombres a mí no se me ha quitado lo caliente con la vejez. A los 63 me queda aun ese rescoldo del macho que fui, experimentador, gozador, sexual, debes entender que es parte de mi naturaleza, sé que me conoces mucho y sabes de qué hablo. Ahora bien, esta continua abstinencia sexual me ha llevado a nuevas exploraciones de mi sexualidad, a descubrir que hay ciertas acciones muy simples, que poseen para mí una alta intensidad sexual. Por ejemplo, me excita estar acá escribiendo con mi pichula afuera del pijama, bajo la bata, ni siquiera erecta, si no sentir el roce de la tela de la bata en ella como la expresión de una desnudez impúdica pero escondida. O poner las chalas, calzado bajo y abierto, de mi esposa, ese solo hecho me hace sentir una extraña sensación de travestismo secreto. También ver a mi esposa de reojo desnudarse al acostarse, ver de lado y no totalmente sus grandes tetas y los pliegues de su cuerpo maduro. Esto quizás por es muy recatada y jamás se muestra completamente desnuda al vestirse o desvestirse ante mí, haciéndolo siempre de espalda, lo que incita mi voyerismo. O desnudarme en una pieza del conventillo del que soy dueño, y quedarme así un buen rato incluso sin llegar a masturbarme, pero no siento lo mismo en casa si me desnudo cuando estoy solo. Y por ultimo, me calienta ver a los perros puliendo en la calle, ver sus vergas muy rojas, sus movimientos desenfrenados. Creo que mi ser sexual, que ya no tiene salida física con una pareja, se ha ido adaptando a sobrevivir en este desierto. Sé que en algún momento mi sexualidad se consumirá y desaparecerá, no debe faltar mucho, así es la vida y lo aceptaré hidalgamente, pero todavía no me llega ese momento. Siempre he ido aceptando la declinación natural de mi vida, no temo a la vejez, aunque no sé como me sentiré ese día en que el sexo ya no me motive, supongo que será como si quedará ciego y ya no pudiera leer ni escribir. La mitad de lo que ha sido mi vida desaparecerá. Pero por otro lado recuerdo esa frase que leí hace muchos años en la novela Gracias por el Fuego, de Mario Benedetti, cuando un hombre ya viejo por primera vez no puede tener sexo con su joven amante, y le dice: “Nadie como yo se ha ganado el descanso en este aspecto, y después de todo es casi mejor. Ahora tengo la cabeza libre para arreglar el siniestro desorden que es el mundo”.
El Vizconde filosófico.


sábado, 15 de junio de 2013

Cartas desde mi infierno (32)



“Una travesti no es un varón homosexual que se viste de mujer. Siente mujer pero no niega su origen del sexo opuesto, mantiene sus genitales y no se acompleja por tenerlos”. ¿Qué buscan los hombres en los travestis?

Reconozco (o confieso) mi admiración casi viciosa por las damitas travestís, y si maduritas mejor, me embriagan sus actitudes tan femeninas, sus delicadas y provocativas poses, sus coqueteos desenfadados, pero sobre todo esa feminidad mas intensa aun que la de las mujeres biológicas, pues una damita trava debe sobreponerse al capullo que la envuelve y romperlo para salir a la luz. En ellas la femineidad esta en la sensual vestimenta, en el excesivo maquillaje, la vanidosa peluca y en la voluptuosa actitud, no en el físico ni en los rasgos del rostro. Creo que la fascinación me viene también por la verga de otro macho, pero más como objeto fetiche que como instrumento que me pueda dar placer. El placer de una verga a mano es personal, es algo que proviene de mi interior, me lo da el hecho puro y simple de tocarla o mamarla, no el que pertenezca a otro hombre. En mis escasas experiencias con vergas ajenas; con un travestí joven, en uno trío con una pareja (hombre y mujer) amiga, con un amigo gay, y con un amigo no gay, en ninguna de estas ocasiones penetre ni fui penetrado, por que no me atraía la idea, no sentí el deseo de hacer lo uno ni lo otro. Tampoco me sentí gay en esos juegos, más bien fui un macho en juegos eróticos con otro macho. Sí he sido penetrado en juegos lésbicos con una amiga-amante que era mujer biológica, y en esos momentos me he sentido una putita alocada y gozadora. Creo que en mi caso, más que una tendencia a la homosexualidad es como una búsqueda de más placer sexual, y agotadas las opciones como macho lo busco intensificando mi lado femenino, que todos tenemos mas o menos desarrollado, y secretamente escondido. Cuando disfrutaba la imagen ardiente y alocada de alguna damita que me excitaba vía webcam o simplemente por chateo, no la veía como hombre vestido de mujer, ni menos como un gay, sinceramente la veía, sentía y disfrutaba como una mujer plena. Y a la vez me hacía sentir muy macho, muy varonil. Lo mismo me sucedía cuando en algunas pocas ocasiones el juego virtual era entre dos damitas, entonces yo asumía plenamente el papel de hembra, y tampoco me sentía gay. No me gustan los hombres, solo me gusta la verga como objeto erótico, mi gustillo es una fijación por el miembro viril, me encantan esos prepucios largos, cuello de tortuga, pues cuando el glande se asoma lentamente es una imagen sobrecogedora. En fin, la verga es mi fetiche; un objeto material, de culto, que es venerado como un ídolo.
El Vizconde sincerado.


viernes, 14 de junio de 2013

Cartas desde mi infierno (31)



“Cuando uno reconoce una adicción, el factor vergüenza se vuelve en su contra”. Coleccionismo ¿Vicio o pasión?

Mi colección, un verdadero joyero fálico, ya contiene más de 180 vergas seleccionadas pacientemente de acuerdo a mi pervertido e intimo gusto, aquellas que me atrajeron por su tamaño, largo y/o grosor, forma, actitud, tipo de prepucio, colorido del glande, nervadura de sus venas, lo imponente de su imagen o simplemente porque me estremecieron a primera vista. Pero hay varias muy especiales, claramente identificables, como si pertenecieran a un grupo distinto, que poseen un morbo inquietante que sacude instintivamente mis más tensas fibras de macho, y son los delicados penes de las shemales, no de crossdresser o travestís, ni de transexuales,  si no de esas ambiguas hombres-hembras de hermosos senos y cuerpos pálidos, lampiños, de piel tersa y suave, hormonados, de frágiles libélulas o sutiles mariposas. Sus vergas, o dilatados clítoris, como prefiero llamarlos, se ven deliciosas e inofensivas aun erectas, en medio de sus pubis siempre muy bien depilados, son rosaditas y tiernas, blanditas como para hacerle chupete, tiernecitas para mordisquearlas a destajo y endurecerlas para que asome su cabecita rosadita y brillante. Mi fijación, obsesión, perversión, es tocarlas, sentir su blandura sexual de animal dormido, e ir despertándolas suavemente, que se endurezcan en mi mano, que su tímido glande se ponga tenso y enrojecido, como el breve capullo de una rosada rosa. No todas la verguitas de shemales poseen esa delicada apariencia impúber, de suave y blanca piel en el tallo, de breves testículos lampiños, de glande rosa pálido y casi cristalino, de tierno prepucio virginal, hay otras mas masculinas, mas de macho, aunque conservan cierta consistencia femenina, quizás porque el pubis está muy depilado, quizás porque ver senos de oscuros pezones y un falo en el mismo cuerpo afeminado predispone al macho que observa a un deseo impuro, instintivo, pervertido. Las shemales son para mi una fantasía inalcanzable, pero también tienen un lado fatídico, sus imágenes se prestan para ser trucadas, es fácil, una mujer a la que se le adhiere una verga del mismo matiz de su piel, por lo que como un castigo a mi voluptuosidad siempre me quedo en duda frente esas vergas exquisitas. Por eso cuando veo una pichulita de una shemale que me atrae la miro con mucho detalle, con obsesiva atención, reviso con zoom si hay truco o es una imagen real, si la base del pene esta unida naturalmente al cuerpo, si su tamaño es proporcional al conjunto. Todo es más fácil cuando son varias fotografías de la misma damita en diferentes posturas, pues es más difícil fotoshopear varias imágenes sin dejar algún pequeño rastro. Pero estos desafíos son lo que más disfruta un buen y experto colector que goza con cada una de sus piezas.
El Vizconde coleccionista.


jueves, 13 de junio de 2013

Cartas desde el purgatorio (7)


Confesiones reales en Internet.

“El falo es el significante privilegiado de esa marca en que la parte del logos se une al advenimiento del deseo”. Die Bedeutung des Pahallus (La significación del falo), Jacques Lacan, 1958.


—Pero lo que me paralizo fue cuando vi el gran espectáculo, tenía un tremenda polla, enorme, gruesa, venosa y provocativa. —Se dio la vuelta y se quitó los pantalones. Me dio de pronto un escalofrío enorme y un sentimiento de culpa. Quizás no debería estar mirando, pero no podía dejar de hacerlo. —Llevaba unos slips blancos muy ajustados que insinuaban un bulto. A mi me pareció enorme, claro que por aquellos entonces, era la primera vez que yo veía algo así. Su cuerpo era toda una escultura griega en proporciones. Se dio la vuelta y retiró las sábanas de la cama hacia atrás. Estaba de espaldas a mí, mirando hacia la puerta, de pronto metió una mano por cada lado del slip y se lo bajó. Por la entrepierna se le veían perfectamente los testículos y un ano muy peludo. Me sobresalté muchísimo. Se incorporó y se giró. Tenía un pene muy grueso. —Sus testículos eran bastante más gordos, como dos puños. Yo estaba toda húmeda viendo aquello a 5 o 6 metros de mí. El se masturbaba con fiereza, parecía que se la quisiera sacar de entre las piernas, se retorcía en la cama y yo estaba a punto de explotar. Se echaba la piel del pene hacia atrás dejando ver un capullo rojo como una amapola. —Entonces se giró y entonces vi el pene más grande que he visto en mi vida. Debía medir unos 19 cm. hacia abajo. El era delgado y musculoso, y con aquello que le colgaba pensé que estaba viendo la cosa más hermosa del universo. —Y en un momento se levantó y por primera vez vi un pene de adulto completamente tieso. Me asuste un poco pero seguía mirando. Yo había visto su pene de mi hermano pero chiquito. —No sé cómo me atreví, tiré de la sábana hacia abajo y vi su pene inmenso, largo, y un glande que estaba hinchado. —Fue al baño y dejó la puerta abierta, para que yo lo viera y cuando salía se venía guardando su pene, que estaba paradísimo. Luego fui al dormitorio él me estaba esperando con su gran pene parado frotándoselo. —El fue y se quitó toda la ropa, la puso cerca de la chimenea y se acostó desnudo. Cuando lo vi pasar frente a mi tenía el pene muy grande y grueso, eso me éxito demasiado. Fui a ver de nuevo lo vi acostado para arriba, tenía de verdad el pene grande y grueso. —Le saque su pantalón junto con su bóxer y quedó totalmente desnudo, tenía una erección enorme, un pene casi el doble del tamaño del de mi esposo, grueso, con unas venas que parecía se le reventarían de tan hinchadas, a sus 17 años era un superdotado.

miércoles, 12 de junio de 2013

Cartas desde mi infierno (30)



“Alegoría, es una figura literaria o tema artístico que pretende representar una idea valiéndose de formas humanas, animales o de objetos cotidianos. La alegoría pretende dar una imagen a lo que no tiene imagen para que pueda ser mejor entendido por la generalidad. Dibujar lo abstracto, hacer «visible» lo que solo es conceptual”. Wikipedia.

Casanda, Casandra silenciosa, sé que te escondes en ese mutismo de virgen intocada desde donde mira a tu pecador abrumado por sus fálicas fantasías donde lo punzante, lo erguido y lo erecto lo ocultan a tu ojos virtuosos como si viviera escondido en un bosque quemado de gruesos troncos inhiestos. Y allí, bosquimano onanista camina embozado entre fláccidos penes como añosos troncos caídos entre pequeños hongos y callampas, o entre tiesos y verticales rollizos endurecidos rodeados en sus bases por hirsutos matorrales como imponentes vergas pene-trantes. O lo imaginas extasiado recorriendo un libidinoso muelle donde recalan y anclan impúdicas naves de altos mástiles fálicos meciéndose al ritmo lento e incesante de un masturbatorio oleaje. Y ahí, marinero sodomita, buscando en las oscuras calles prostibularias del vicioso puerto un anónimo miembro viril o la tierna pichula de una delicada travestido para iniciar antes de la fría madrugada los ritos iniciales de antiguos juegos de machos sin hembras. O lo ves como un estremecido guerrero enfrentado desnudo y sin escudo en una lucha cuerpo a cuerpo a una cohorte de duras y carnales lanzas de roma y rosada punta que buscan pene-trar su cuerpo esquivo. Aquí, en tu visión de amorosa madre incestuosa, observas acontecida como él lucha con la tentación de un fálico suicidio y correr embravecido contra ese combativo frente de punzadoras pértigas y dejarse herir pene-trar violar hundiéndose en el delirio de su enloquecida fantasía. O lo asumes hierofante del Templo, sumo sacerdote del culto de Falo, donde el miembro viril es más que el genital del hombre, mero órgano dedicado a la copulación y a la excreción urinaria, y generosa fuente de goce físico, si no el potente símbolo universal de la fuerza, lo masculino, de la energía de la vida y el fluir de la misma, símbolo imponente del poder del sexo (la Naturaleza) sobre ser (la Mente), y donde han de rendirle serviles pleitesías las esclavas y las doncellas, la meretrices y las vírgenes, y también los pervertidos machos del rito. Tú, Casandra, sobrevuelas muda y discreta los arduos territorios de mis oscuras obsesiones peneanas, esas comarcas de elevados túmulos que semejan erectas pollas o pijas, de alzados monolitos simulando erguidos chutos o picos, esos campos de altos obeliscos que remedan inquietantes falos o lingams, esos prehistóricos paisajes lujuriosos de desafiantes menhires que imitan obscenos príapos o coyomas, en fin, esos ardientes horizontes desérticos con sus garbosos cactus saguaros pareciendo henchidos manguacos. Porqué tú eres la ungida, la elegida entre muchas para acceder a la visión equivoca de la epifanía final del secreto.
Tu Vizconde asumido.


martes, 11 de junio de 2013

Cartas desde el purgatorio (6)


Confesiones reales en Internet.

“Soy hetero, pero a veces quiero chupar pene”. Anónimo virtual.


—Soy hetero, me gustan las mujeres, he tenido mujeres y me encantan. Pero a veces he sentido deseo de tener un pene para chupar, no besar, ni acariciar a un hombre, solo tener su pene en mi boca y masturbarlo, y que yo acostado boca abajo me penetre despacio y luego fuerte, bien lubricado. —A mi me ha pasado casi siempre, se me antoja mamar un pene, siento las ganas de chuparlo, de lamerlo, no saben, me excito tanto con ganas de chupar esa blandura tan rica y deliciosa, probar el semen que caiga sobre mi cara. —Soy hombre heterosexual, nunca he tenido una experiencia homosexual pero últimamente he tenido una fantasía y es que un gay me la mame hasta que me venga. —Yo también he querido lo mismo, mamar una verga, o sea, soy hetero, siempre he tenido mujeres pero me llama la atención como la chupan y yo también lo quiero hacer. —A mi me pasa lo mismo, quisiera acariciarlos y darles muchos besitos, no sé si me gustaría que me la metieran. Pero sueño con tenerlas cerca. —Quiero que me la mamen, soy casado y tengo esa fantasía, solo eso quiero, no me interesan otros rollos, soy un maduro cincuentón muy atractivo y varonil. —Tengo muchas fantasías así, también soy hetero pero tengo deseos de chupar un pene, que me lo chupen a mí y luego cojer su culito y que luego me desvirgue mi culito y se venga dentro de el. —Pues a mí me gustaría que me lo mamaran y todo lo demás pero también me gustaría probar el semen de otro. —Me encantan las mujeres pero cuando me pongo a ver porno me llama la atención ver sexo gay y la verdad sí me gustaría mamar una verga, no sé pero me da curiosidad. —Soy hetero y he tenido mujeres pero me gustaría chuparle el pene no a uno a dos, es una fantasía solo eso. —Hace mucho que tengo ganas de tener una verga bien caliente en mi boca y nada más, no sé, me hace. —Soy casado y unas dos veces a la semana doy culo y mamo una verga deliciosa. Lo descubrí hace varios años y desde entonces mantengo dos o tres mozos que me penetran cuando los llamo. Hoy día tengo dos en mi trabajo y he llegado a dar culo dos veces al día y me sigue gustando que me cojan, al punto de que si no mamo casi a diario me siento mal. No hay nada mejor que mamar y una buena verga en el culo.

lunes, 10 de junio de 2013

Cartas desde el purgatorio (5)


Etiquetada de “género menor”, en algunos tiempos vigilada y perseguida hasta el punto de llevar a la carcel a sus autores o relegarlos al anonimato, muchas veces vergonzante para los lectores ávidos de ardor, escondida en los últimos estantes de las librerías y bibliotecas, siempre cuestionada; la literatura erótica consigue el más difícil de los objetivos: involucrar al cuerpo en la palabra, conmoverlo, movilizarlo. Tanto el escribir como el leer literatura erótica, literatura que recurre a la sensualidad y la excita, provoca aún hoy cierto escozor, vergüenza y hasta remordimiento; porque esa escritura y esa lectura son actos masturbatorios y, aunque hoy pareciera poder hablarse abiertamente de las relaciones sexuales de toda índole, color y sabor, asumir la práctica hedonista, la práctica masturbatoria, todavía equivale a confesarse infantil, cobarde, incapaz de llegar al intercambio sexual. ¡Pues no! En el acto de darse placer, el hombre/la mujer ejerce su capacidad de imaginar y aprende sobre su propio goce. La literatura erótica aporta un gran cúmulo de fantasías al imaginario personal, estimula el deseo y lo canaliza… ¡si, calienta! Las situaciones, tópicos e ideas expuestas en las obras eróticas son más o menos siempre las mismas: todas las formas posibles del acto sexual, la iniciación, la dominación, la sumisión, el poder, el dolor, lo bello, lo asqueroso, lo escatológico, "lo prohibido"; el cuerpo exaltado, maniatado, penetrado, violentado, abierto, voluptuoso, lamido, inflamado, luminoso, entregado, poseído; la expresión de un mundo privado, oculto, secreto. Así, abunda la narración en primera persona, en particular en forma de epístolas o diario y muchas obras eróticas son "diarios verdaderos" donde "personas reales", muchas veces ocultas detrás de un seudónimo, exponen sus fantasías y sus experiencias sexuales, explicándolas detalladamente y explicándose a sí mismas también en otros planos que no son su vida sexual sino simplemente su vida y entonces el acto de escritura, al mismo tiempo que acto de búsqueda del placer (de inspiración libertina), adquiere un carácter confesional y a veces hasta se transforma en un acto expiatorio (de inspiración cristiana). La eterna discusión y objeción al género es la necesidad de definir "lo erótico" diferenciándolo de lo pornográfico y lo obsceno. Lo “sugerente” sería erótico, lo "explícito" sería pornográfico y obsceno. Esta necesidad diferenciadora no aporta a la definición ni a la clasificación de una obra, todo depende de la recepción del lector: lo que para algunos puede resultar altamente escandaloso, para otros puede ser una sutileza. Una obra erótica es verdaderamente “erótica” cuando lleva el erotismo por caminos imprevisibles, cuando la carga sensual se sumerge en un contexto, en una historia con densidad: una mera sucesión de escenas sexuales no hace que una obra erótica sea buena-erótica, porque como en la vida, el acto sexual, en su infinito espectro de posibilidades, es sólo la parte de un todo más complejo. De la diestra o siniestra pluma del escritor depende que la carga erótica se encabalgue en una "historia multicapa", en la que el sexo, es sólo una. El poder de la palabra que conmueve al cuerpo hace que la historia, el contexto en el que se desarrolla, las ideas que plantea, penetren muy profundamente, quedando prendadas al lector, que se identifica o distancia de la intimidad expuesta, pero que nunca permanece indiferente; hasta el punto en que a veces se ve movilizado a apartar las manos del libro y los ojos de la lectura para no volver a retomarla nunca más o para satisfacer la necesidades y deseos de su cuerpo que late.

Fragmento de “Literatura erótica: Palabras que encienden”. Natalia Ferretti, 2006.

domingo, 9 de junio de 2013

Cartas desde mi infierno (29)



“A poco un día me visitaras en un burdel y sabrás pagar mi servicio muy bien”. Casandra.

Casandra!, hoy me levanté caliente… ansioso después del rico chateo de ayer contigo!!, y me puse ver tus fotos ricas… ufff…, aquellas imágenes que he gozado hasta la eyaculación en tantas ocasiones… y se me fue despertando y aumentando la calentura, así que me puse a ver los picos de mi pervertida colección… miré y miré alguno que me excitara, hasta que encontré uno…, corto, grueso, potente, duro… con un glande delicioso…ufff!! unas bolas depiladas, uyyy…, y comencé a imaginarte en un burdel gozando un pico así como ese!!!, mamándolo con tus artes de chupapico!, con toda tu experiencia de meretriz mamadora… y más me excitaba…!!! Y me imaginé que ambos gozábamos ese pico, lo lamíamos juntos, nuestras bocas, labios y lenguas se encontraban y unían sobre ese tronco de carne punzante…ufff!!! Deslizábamos nuestras lenguas desde las bolas a la punta del glande… uyyy rico… luego tú me pedías que me dejara violar por esta verga, azuzándome a convertirme en una puta… uyyy!!! Querías verme pene-trado por el pico… ay!!!, y yo cedía a tus deseos y ofrecía mi culito virgen al macho, y tú misma con tu mano agarrabas el pico y lo ponías en mi ano asustado… uyyyy!!! Y yo me dejaba hacer, sintiendo la punta del pico en mi ojito virgen… y mientras tu le lamías las bolas él me iba pene-trando, lentamente…, y yo me sentía puta, hembra gozadora, y le pedía más, más adentro, másss…..!!!, y sentía el dolor de la desvirgación y a la vez el placer de la pene-tración… ahhh…. y yo me movía como una puta ansiosa, y él me sifoneaba más y más, hundiendo esa carne dura en  mi florcita carnal… ayyy!!!! Y tu gozabas de la violación y me ponías tu chuchita en mi boca, y yo la lamía hambriento… gozándola, y tu me agarrabas mi pico y lo masturbabas con tus artes de Diosa Fálica… y yo gozaba el pico en mi ano, el sabor de tu chucha culiada y de tu mano pajeándome…!!!, y antes de que él acabara, tu le ordenaste que sacara su verga de mi culo, y me tiraste a la cama y comenzaste a mamarme el pico… mientras te metías tu dedo en tu chucha masturbándote a tu gusto… ahhh!!!, mientras él se pajeaba frente a nosotros, hasta que al mismo tiempo él eyaculo echando su semen ardiente en mi tetitas de puta, yo acabe en tu boca succionadora y tu llegaste al orgasmo por mano propia…!!! Luego el sueño se fue diluyendo en las penumbras de mis deseos…
El Vizconde fantasioso.



sábado, 8 de junio de 2013

Cartas desde mi infierno (28)



“o quizás te aparece un galán de la noche y te viola”. Casandra.

Estoy en una pieza de un campamento durmiendo bajo la sabana completamente desnudo pues anoche me estuve masturbando imaginando a Casandra. Como siempre duermo de lado en posición fetal mirando hacia la pared. De pronto despierto al sentir a alguien que se mete en mi lecho sigilosamente, me vuelvo asustado pero unos brazos fuertes me atrapan inmovilizándome, y una voz susurrante me dice al oído; “tranquilo soy yo, Luisito el cocinero”, sin poder moverme siento el contacto con su cuerpo también desnudo. Mi mente me trae la imagen del cocinero, un hombre maduro, más que cuarentón, macizo, algo gordito pero musculoso, por sus maneras deduje que es gay apenas lo vi hace varias semanas, su aspecto es agradable, y después de un mes de abstinencia sexual obligada ya me había imaginado invitarlo una noche  a mi pieza para que me hiciera un sexo oral. Eran fantasías mías, pero ahora allí estaba él detrás de mí atrapándome con sus brazos. Un pervertido destello cruzó por mi mente libidinosa y me quedé quieto para ver que hacia. Como él vio que no me resistía, apegó más su cuerpo al mío y sentí el roce de su verga en mis nalgas, la tenia erecta, dura, caliente, él llevo su mano y me tomo mi verga que ya comenzaba a erectarse, sin pensarlo hice lo mismo y moviendo mi mano hacía atrás le agarré también su miembro, la sentí gruesa, grande, muy erguida, instintivamente comencé a masturbarla y él hizo lo mismo con mi pene. Todo sucedía en un silencio absoluto, solo se oían nuestras respiraciones agitadas. Después de unos momentos de pajeo mutuo, solté su verga e intenté ponerme boca arriba pensando que él deseaba mamarme, pero me retuvo inmovilizado con el otro brazo, sin entender sus intenciones me quedé quieto, y sentí como él iba moviéndose de forma que su falo se instaló en mi surco anal y me punzo varias veces buscando mi flor anal, yo sentía esa pichula endurecida entre mis nalga y un estremecimiento recorrió mi cuerpo. Pronto el glande encontró mi ano y lo punzó abriéndolo suavemente de manera que el balano se instaló en la entrada misma de mi florcita del sur. Su mano seguía pajeándome deliciosamente, yo ya estaba demasiado excitado como para razonar y me relajé entregado a lo que viniera, solo el temor a una dolorosa pene-tración me mantenía algo tenso, pero mi calentura pudo más y rápidamente me dejé hacer. Él se dio cuenta de mi entrega y soltando mi pene me tomo con ambas manos de mis caderas y de un envión me penetró varios centímetros, grité un ay! cuando sentí en mi ano virgen la dura irrupción de su verga, el dolor se confundió con el inquietante goce sodomítico, me sentí hembra, sumisa y receptiva, él permaneció muy quieto esperando mi reacción. Después de la primera conmoción me fui moviendo a poquito, empujando mi culo hacia él, eso lo envalentonó y me penetro otro poco, y luego me lo fue metiendo muy lentamente, me dolía pero lo gozaba a la vez, hasta que me introdujo su miembro de manera que llegué a sentir sus bolas en mis nalgas y su vientre apegado en mi espalda, entones me moví como una perra caliente abotonada a un macho, y él comenzó a bombearme primero lento y después mas y mas acelerado, me jineteaba jadeando, yo me quejaba quedamente del dolor irritante en mi ano y el goce impúdico de sentirme penetrado. Comencé a masturbarme excitadísimo. Estuvimos un buen rato así, luego lentamente nos fuimos moviendo y levantado a la par sin decir palabra, hasta que quedé en cuatro patas y él montado sobre mí. Y ahí comenzamos a culear como desesperados, como perros callejeros, yo me pajeaba muy rico, el acesaba desesperado, de pronto sentí su estremecimiento y me incrustó su miembro bruscamente en mi adolorido ano, luego vino su eyaculación, sentí ese líquido caliente derramándose dentro de mí y eyaculé de inmediato. Nos quedamos así un rato, tratando de recuperar la respiración. Una vez más calmados él se desabotonó suavemente, sentí el semen escurriendo por entre mi piernas y me tiré de bruces en el lecho. Él se bajó de la cama y silenciosamente abandonó la pieza. Yo me quedé un largo rato tirado boca abajo sobre el lecho, mi ano me ardía terriblemente. Había sido violado, y fue tal como imaginé muchas veces en mis noches de locas fantasía fálicas.
El Vizconde incitado


viernes, 7 de junio de 2013

Cartas desde el purgatorio (4)



“El onanismo o masturbación es una de las prácticas más comunes del ser humano ya que, del mismo modo que como lo es alimentarse o evacuar, la masturbación y las relaciones sexuales en general son necesidades físicas de todos los humanos que tienen que ver con cuestiones muy profundas como el impulso, el deseo y el placer.”. Definición ABC.

Duro, erecto, sensible, rosado capullo asomado sobre la tierna piel del prepucio, brillante la tensa y tersa cabeza del glande. Falo prepotente, alto pene pene-trante, verga erguida y rígida, lanza enhiesta, carne tiesa ansiosa de manuales caricias. La mano la atrapa entre la palma suave y los dedos delicados y en sube y baja arrastra la piel que arde dando goce similar al de una virginal vagina, sube y baja, apretando, rozando, urgiendo, en el ritmo preciso que ese miembro viril necesita, mientras susurros y quejidos musicalizan el rito solitario. Hay roces, leves movimientos, breves e intensos espasmos y un gustito delicioso que recorre el cuerpo embriagándolo del dulce vino que bebió Onán. Incesante la mano propia aferrada al mástil soberbio del macho libidinoso sube y baja, corre y descorre, cubre y descubre, ahogándolo en olas de gozo. Y es una hembra solicita dócil doncella enamorada obediente meretriz insaciable, esclava siempre atenta, la mano sobre la méntula. Sigue el acompasado juego los dedos incrustados la palma encendida el vaivén desaforado, hasta que divinos estertores entre gritos y rugidos abren el sello del volcán y salta la lava incandescente en la sagrada eyaculación del semen. Es un chorro quemante denso y lechoso que la mano ordeñando exprime voluptuosa, hasta que la ultima gota cae consumando en plenitud el pecado. El destello sexual se desvanece en una grata y sensual modorra, cuelga mustio el tallo saciado la fiel mano reposa cansada y el macho exhausto suspira relajado, con los ojos cerrados.

El Vizconde masturbatorio.

jueves, 6 de junio de 2013

Cartas desde mi infierno (27)



“Felatio: f. Excitación de los órganos sexuales masculinos con los orales de la pareja”. TheFreeDictionary.

Sopesar en mi mano unos testículos grandes, peludos, llenos, sentir su consistencia sensible y caliente, con tres dedos de la otra mano asir el tronco de miembro viril en completa erección y subir y bajar lentamente el suave forrito pajeándolo parsimoniosamente un largo rato, luego empuñarlo con toda la mano, sentir su potente musculatura, su  dureza carnal, sus eróticas palpitaciones, apretarlo fuertemente y mantenerlo así atrapado en mi mano para ver como el glande se enrojece y tensa, y después comenzar a masturbarlo en un sube y baja lento pero sostenido con la intensidad de la masturbación de macho a macho. Ver excitado como la piel del prepucio cubre y descubre esa cabeza rosada, tierna y lustrosa, que incita a lamerla y a ensalivarla. Acelerar la paja hasta sentir que el falo palpita en cercanía de eyaculación y volver a una suave masturbación pausada para prolongar más y más el goce del macho. Entonces acercar mi boca al pene erguido y tocar con la punta de mi lengua la punta del glande, tocando delicadamente el meato urinario, seguir lamiendo ese balano por toda su tersa superficie, hurgando el tenso frenillo, recorriendo entera la corona, ese canalillo entre el tallo y la cabeza fálica. Seguir masturbando esa verga majestuosa mientras le voy dando periódicos apretones, y a la vez mis labios atrapan el glande introduciéndolo entre ellos como una delicada frutilla saboreando esa carne túrgida, henchida, palpitante. Luego ir permutando con calma la masturbación manual por la bucal felación, bajando la mano que pajea hacia la base del tallo endurecido y a la vez introduciendo el glande  y luego la porción superior del tronco en mi boca abierta en una “O” succionante, hasta que retiro mi mano y mi boca atrapa hasta donde alcanza la deliciosa verga endurecida. Y de ahí en más, chupar, mamar, sorber, succionar, engullir esa pichula con desatada delectación y codicia sexual. Mis manos retoman la acción y una de ellas acaricia nuevamente las bolas hinchadas y la otra introduce el dedo mayor en la florcita anal del macho como un pequeño pene insistente. De pronto en una metamorfosis instantánea mientras chupo ávida ese tieso pichulón me transformo en una enloquecida hembra mamona, en una caliente puta chupapico y mamo, sorbo, succiono, engullo la pichula pujante en un rito atávico, ensalivándola, apretándola entre mi lengua y mi paladar, atragantándome de dura verga, ahogándome con mi cavidad bucal llena de esa pichula hinchada, chupo, mamo, sorbo, succiono, engullo, chupeteo, hasta sentir las impetuosas pulsaciones eyaculatorias y un liquido espeso, quemante, me inunda la boca ahogándome en su obscena densidad sexual, lo recibo extasiado pero sin tragar y escurre lánguida por las comisuras de mis labios. Sigo chupando hasta extraer la última gota del néctar fálico, y espero quieto que la verga se reblandezca tímidamente en mi boca, luego la saco lentamente y escupo el semen que aun queda en mi violada cavidad bucal. Con mi mano sopeso el miembro viril ahora fláccido y le beso la puntita saboreando por última vez el resto de semen que aun queda asomado en el meato.
El Vizconde en pecado


miércoles, 5 de junio de 2013

Cartas desde mi infierno (26)



“El sexo y nuestra sexualidad (no son lo mismo) son una parte esencial en muchísimos aspectos de la vida tanto orgánicos como emocionales, psicológicos, etc. Pero es un camino de autodescubrimiento, de práctica, de reconocimiento, un modo de alimentarnos pero por encima de todo, algo que corre a nuestro propio ritmo y tiempo”. Elsy Reyes.

Casandra, mi Casandra, a pesar de tu sigiloso silencio sigo asumiendo que me lees, y sigo confesando mis delirios sabiendo que van más allá de tus pudores y recatos, porque en ti y por ti puedo liberar el vuelo de mis fantasías, esos oscuros y tenebrosos pájaros del deseo. Te hablaré ahora de otros divertimentos fálicos en los que fluye mi desbocada imaginación. Si bien la contemplación arrobada de fotografías de imponentes vergas es mi mayor fuente de excitación, también suelo ver videos de machos duchándose, en especial disfruto de aquellos en que se ve toda la secuencia desde que entra en la ducha, se jabona y masajea su miembro aun fláccido, y luego este se va erectando hasta que culmina con una violenta masturbación ahí mismo bajo la ducha. Esto me hace disfrutar el morbo de sentir que estoy espiándolos escondido mientras me pajeo gozando la visión de sus penes. Sobretodo me calienta ver sus penes aun lacios, colgando inofensivos, moviéndose con la cadencia del movimiento de sus dueños enjabonándose. O ver videos de masajes, en los que una masajista madura y vestida, da un masaje a un macho desnudo en una camilla, primero en todo su cuerpo con un masaje relajante normal, y que termina con un masaje en los genitales, para finalizar con un masajeo erótico en el falo, masturbándolo hasta la eyaculación, ella siempre vestida y muy profesional, sin que lleguen a tener sexo. Me excita ver el proceso de la erección en manos de la masajista que hace todo con rostro impersonal. Y por estos días encontré una Web que se llama “Solopenes” donde machos comunes y corrientes suben fotos privadas de sus penes, hay cientos de ellos, y me entretengo y me caliento viéndolos extasiado uno a uno y seleccionando los mas imponentes, o mas eróticos, o de pose más sexual, erectos y dormidos, o formas, largos, grosores y actitudes más deliciosos, y los que mas me atraen los voy posteando en mi blog secreto de vergas de mi gusto.  Solo no me gusta ver machos culiándose entre ellos, o mamando una verga, pero si me excita verlos en pareja tocándose los miembros viriles o masturbándose recíprocamente. Tampoco me atrae ver penes de transexuales o shemales, que tienen senos y vergas a la vez, pero sí ver la vergas de travestís en que se reconoce claramente que son machos vestidos con ropas de mujer.
Tu Vizconde, juguetón.


martes, 4 de junio de 2013

Cartas desde el purgatorio (3)


“La pubertad, adolescencia inicial o adolescencia temprana es la primera fase de la adolescencia y de la juventud, normalmente se inicia a los 11 años en los niños y finaliza a los 14 años. En la pubertad se lleva a cabo el proceso de cambios físicos en el cual el cuerpo del niño o niña se convierte en adolescente, capaz de la reproducción sexual” Wikipedia.

Vago por mi memoria de pubertad buscando otros hechos que delaten el origen de mí secreto y no encuentro oquedades o intersticios más que la solitaria masturbación viciosa en el baño durante el día y/o en la cama en las noches. Ya en la adolescencia se inicia mi voyerismo, esa “conducta caracterizada por la contemplación de personas desnudas o realizando algún tipo de actividad sexual con el objetivo de conseguir una excitación sexual”, que aun me acosa y me da intensos placeres. Comencé espiando a mi madre como ya te relaté, y después a las vecinas por orificios o rendijas en las paredes del patio, mientras se duchaban en el patio en verano o andaban por sus casas a medio vestir en las noches antes de acostarse. Mi excitación sexual era constante, andaba siempre caliente buscando oportunidades para espiar a las mujeres y después recordar esas visiones y correrme la paja en su honor. Tuve mi primera novia a los 16 años y fue una breve relación muy pura sin ningún atisbo sexual. Yo era muy tímido. Después, a los 18 años conocí a la que es mi señora, y nuestras primeras caricias sexuales fueron después de tres años de noviazgo. Esas caricias se fueron intensificando más y mas hasta que llegamos a masturbarnos uno al otro, la primera relación sexual fue cuando yo tenía 21 años, ambos éramos vírgenes. Ahí comenzó realmente mi vida sexual, cuatro años después nos casamos y mi sexualidad se desató, teníamos relaciones 3 o 4 veces por semana, y los días en que no hacíamos el amor generalmente yo me masturbaba solo en privado. A los cinco años de matrimonio nos fuimos a otra ciudad y aunque seguimos con ese mismo ritmo sexual yo comencé a tener amantes, casi siempre tenia mas de una, y mi sexualidad se intensificó hasta llegara a tener sexo 6 o 7 veces por semana. Esta etapa fue sucediendo entre mis 32 y 51 años. Durante todo ese tiempo seguí pajeándome, disfrutando mi voyerismo cuando se presentaba la ocasión, y en los últimos años iba semanalmente a sesiones de masajes que me daban señoras maduras y que siempre culminaban con una exquisita masturbación. Poco  después me jubilé y ya las posibilidades de encontrar amantes disminuyo, solo tuve algunas que eran de mi entorno cercano. Pero ya en ese periodo había descubierto la pornografía en Internet, primero fotos y después videos, y por ultimo los contactos virtuales, entonces la masturbación la canalicé a través del sexo virtual. Y así hasta que apareciste tú, Casandra mía.
Tu amado Vizconde, en confesión


lunes, 3 de junio de 2013

Cartas desde mi infierno (25)


ANTE UN ESPEJO

“Me excita demasiado pensar en un pene grueso y muy venoso”. Maureend.

He aquí una confesión que leí en un foro sobre sexualidad en Internet, con la que me siento muy representado. Se titula SOY HETERO Y ME ATRAEN LOS PENES y esta escrita bajo el seudónimo Troyano: “Hola, no sé porqué siento atracción por los penes, me encanta ver fotos, si son grandes mejor, fotos de penes eyaculando, me excitan mucho los transexuales, no así los hombres. No siento ningún tipo de atracción por los hombres, cuando miro fotos solo miro la parte del miembro y me imagino cosas. Talvez son fantasías mías pero que definitivamente logran excitarme de una manera distinta. Algunas veces me introduje objetos en mi ano para lograr una mayor excitación cuando me masturbaba y lo encontré muy placentero, lo hice unas cuantas veces pero con el tiempo se me pasó, pero siempre está latente esa idea de tocar un pene grande, talvez chuparlo y sentir que se siente… hay veces que me intriga saber que se sentiría el ser penetrado de verdad y toda esta situación me confunde mucho ya que me encantan las mujeres, tengo relaciones en forma periódica y me gusta mucho… pero esto de que me atraigan los penes me desconcierta mucho porque a mi edad pensé que no tendría problemas con definir mi sexualidad, pero hace un tiempo no paro de preguntarme como me definiría… si bisexual o heterosexual con fantasías? Me faltó agregar que a veces sueño que logro chuparme mi propio pene y realmente es muy placentero. Estuve leyendo relatos eróticos de incesto, zoofilia gay y los encuentro muy excitantes. Quiero creer que es una cuestión de lo "prohibido", de lo que esta "lejos", creo que se trata de morbo y con ese morbo logro mucho placer. Soy de una familia de las que se llaman normales, bien constituidas, con padres y hermanos, teniendo entre nosotros una relación excelente, cuando era muy chiquito tuve una experiencia homosexual con un vecino pero nada mas fue de tocarnos mutuamente los penes, pero recuerdo que me provocaba una sensación muy linda. Fueron una o dos veces hasta que mi madre nos descubrió y de ahí nunca más. No voy por la calle mirando hombres y de imaginarme con alguno me da asco... no siento atracción alguna por ellos, amo a mi novia y me encanta tener relaciones con ella. Es esa cosa de cuando uno esta solo y querer experimentar lo mencionado anteriormente.”
Tu Vizconde, explorando.


domingo, 2 de junio de 2013

Cartas desde mi infierno (24)


IMAGINACIONES SECRETAS

“A lo largo de la fase fálica los hombres comienzan a experimentar sentimientos sexuales hacia sus madres; ven a sus padres como competidores y temen ser castrados, proceso que resulta en el complejo de Edipo. La obsesión en esta fase genital puede conducir a la desviación sexual o a la identificación con identidades sexuales débiles y confusas”. Sigmund Freud.

Vaga mi imaginación por un miembro en deliciosa erección, una verga dura, roja, como un ídolo fálico imponente, siente su dureza erótica, de macho, mi mano lo aferra por el tallo endurecido, imagino tocarlo con la punta de mi lengua como si fuera un botón de flor, rodearlo tiernamente con mis labios, estremecerlo en el deseo que me consume, sentir su tierna dureza en mi boca y mamarlo hasta tu orgasmo, hasta la eyaculación inevitable, el pene erecto brilla humedecido en un ámbito de luz erótica, mi mano lo toca, lo acaricia, lo masturba, está inhiesto, duro, orgulloso, cumbre de placer, túmulo de delicias, columna carnal, de suave tacto, de impúdica y ansiosa erección, enciende todas las ansias, carnal capullo en tierna espera de mi mano, de mis labios, de mi boca, descansa o acecha, quieto y delicado, delicioso en su férrea virilidad. Busca en la caricia deslizante, en la escurríente saliva, en la mano de macho que lo atrape la erección sensible y gozosa que lo lleve en un suave orgasmo a la densa y vibrante eyaculación. La mente lujuriosa juega con ese miembro erecto, potente, erguido como un mástil orgulloso, ve su piel oscura, el glande violáceo, brillante por la intensa erección, puede sentir en sus dedos pecadores la sensación del tacto de la verga, esa mezcla de dureza y suavidad a la vez, imagina como sería tomarlo con toda la mano, sentir esa musculatura vertical latiendo como un animal vivo y penetrante. Mi mano en el vientre, en la maraña oscura de una selva sedosa, una torre roja, rígida, ardiente, despierta urgida en el deseo con su altiva cúpula brillante y sus latidos anhelantes, sentí el tacto de una dureza erecta, rígida, tiesa, la tibia sensación carnal de su turgencia, de una verga punzante y su semen como una lava. Mi mano se desliza hasta la erecta virilidad anhelante, y allí se empuña la tierna columna fálica, aferra el miembro erguido haciendo aflorar la turgente cabeza, aprieta el miembro, túrgido, agrandado y reluciente como un tótem violento que surge en medio del velludo pubis, coge el ídolo de tibia carne y mármol ancestral y lo tensa, lo aprieta, lo pulsa, mi mano es ritmo, cadencia, un arriba y abajo lento e intenso sobre la carne henchida en cadencia ondulante, vaivén, mástil erectísimo, el falo es una torre carnal y sensible que se derrumba como una víbora ansiosa y se rinde a un placer insoportable. Algo tibio pero quemante, lácteo manantial surge, escurre, un íntimo fluido denso y suave, un brebaje como una miel blanca y delicada, unta. Un pene hinchado, un imponente falo febril y endurecido, desafiante, se vierte saciado en un caliente brebaje lechoso que escurre por mi mano quemándola en un breve infierno.
El Vizconde enfalado.